Venenos Químicos (Parte 2) por Osvaldo Reyes

El cadmio no es ni siquiera el peor veneno entre los elementos.

Se sienta sobre el mercurio, una neurotoxina.

A la derecha del mercurio, encuentras las más horribles fotos

de la ficha policial de la tabla periódica.

Talio, plomo, polonio. El núcleo del pasadizo del envenenador.

Sam Kean – La cuchara que desaparece.

 

Uno de los principios de la tabla periódica es que los elementos que están en la misma columna tienden a comportarse de manera similar. Cuando hablamos de toxicidad, esta regla se sigue cumpliendo. La tabla periódica está llena de venenos. Si el arsénico es el rey, hay una larga línea de sucesión, cada uno de ellos con sus propios mecanismos para hacerse con el trono.

El mercurio es un camaleón, experto en el uso de disfraces. En su forma natural es plateado y hermoso. No se absorbe bien si es ingerido o si entra en contacto con la piel, aunque si es volátil y su peligro radica en la liberación de vapores de mercurio. Sin embargo, oculto en la forma de cloruro de mercurio, es mortal. Afecta el tracto gastrointestinal y a los riñones, pudiendo provocar la muerte, como fueron los casos de Olive Thomas, actriz del cine mudo de la década de los veinte, que murió al ingerir accidentalmente la medicina para el tratamiento de la sífilis de su esposo (cloruro de mercurio) y de Magda Oberholtzer que, en 1925, fue secuestrada por el líder (Gran Dragón) del KKK en Indiana, Estados Unidos, llevada en contra de su voluntad a su tren privado y violada. Magda trató de suicidarse tomando tres tabletas de cloruro de mercurio, por lo que Stephenson (el Gran Dragón) le dijo que, si iban primero a una capilla y se casaban, luego la llevaría al médico. Ella se negó, él se asustó y le dio la orden a sus secuaces de que la llevaran de vuelta a su casa. Stephenson pensó que moriría y que el poder político que ostentaba como líder del KKK lo protegería de cualquier consecuencia. Para su mala fortuna, Magda demoró cuatro días en morir, lo que le dio la oportunidad de contar lo que pasó. Finalmente sucumbió a la falla renal provocada por el mercurio y a una sepsis bacteriana, resultado de las heridas y mordidas recibidas durante la violación. Un jurado sentenció a Stephenson a cadena perpetua. Después, molesto por perder el juicio de apelación, empezó a hablar con los periódicos y reveló los nombres de todos los políticos que estaban en la nómina del KKK. Esto provocó otra serie de acusaciones y destruyó el KKK en Indiana. Stephenson siguió insistiendo y en 1956 se le concedió el perdón, con la condición de que nunca regresara a Indiana. Stephenson se instaló en Missouri, donde a los 70 años (1961) se le acusó de tratar de violar a una adolescente de 16 años (liberado por falta de evidencia y después de pagar una multa de 300$). Murió de causas naturales cinco años después.

El talio es el caballero de la corte. Popular y carismático, pero peligroso de cruzarse en su camino. En la década de los cincuenta era de fácil adquisición en Australia, por lo que se dio una epidemia de intentos de asesinato usando talio, con diversos niveles de éxito (como ocurrió con el arsénico – ver el artículo anterior). El sulfato de talio es incoloro e inodoro, por lo que puede terminar en cualquier alimento o bebida. Como su primo, el rey arsénico, es paciente y persistente, pero prefiere afectar al sistema nervioso periférico (las víctimas describen la molesta sensación de estar caminando sobre tizones calientes). Si se da en dosis pequeñas, cerca del final el afectado verá como pierde el cabello. En altas dosis, morirá antes de que eso pase. Actúa a nivel celular, inhibiendo múltiples procesos dependientes del potasio. Los primeros síntomas serán gastrointestinales (náuseas, vómitos), seguidos de la afección neurológica (neuropatía sensorial en plantas y palmas, confusión, alucinaciones, convulsiones, coma) y, finalmente, la caída del cabello (la triada de la intoxicación con talio). La muerte ocurre por la afección neurológica, con parálisis respiratoria, a no ser que el antídoto sea administrado. ¿Cuál es el antídoto? Un veneno: cianuro.

Bueno, no cianuro per se. Si se mezclan sales ciánicas con hierro, de la manera correcta, se produce azul de Prusia, uno de los medicamentos esenciales de la O.M.S. y el primer pigmento sintético moderno. Además, es capaz de ligarse al talio, lo que permite que sea removido por el cuerpo.

El más célebre envenenador con este elemento fue Graham Frederick Young, también conocido como el “Envenenador de la taza de té”. Practicó con su familia primero. Solo fue después de que su madrastra muriera y que su padre estuviera cerca de acompañarla que las sospechas recayeron sobre el joven Graham, quien tenía una curiosa fascinación por la química. Se le recluyó en un hospital mental, de donde salió “completamente curado” ocho años después. Nadie le dio importancia al hecho de que pasó su estadía en el hospital leyendo libros de medicina y perfeccionando sus técnicas, al punto de que era capaz de extraer cianuro de las hojas de un laurel que crecía en los predios, veneno que después utilizó para matar a un compañero. Graham salió libre y se fue a trabajar a un laboratorio que fabricaba lentes infrarrojos para fines militares. Uno de los productos usados en su línea de trabajo era el talio. Nadie revisó sus antecedentes, nadie lo fue a vigilar al trabajo, por lo que tuvo carta blanca para envenenar a nueve personas, de las cuales dos murieron. Cuando lo arrestaron encontraron un cuaderno detallando todos sus experimentos, las dosis y si estaba en sus planes dejarlos vivir o no.

En cuanto a libros, pueden encontrar el uso de talio en “El misterio del caballo pálido” de Agatha Christie, uno de los pocos libros que puede jactarse de haber salvado una vida, aunque fuera 16 años después de salir publicado. En 1977 llegó al hospital de Hammersmith (Inglaterra) un bebé árabe de 19 meses en condición crítica. No podía respirar, su presión estaba elevada y nadie sabía qué tenía el pequeño, quien parecía condenado a morir en pocos días. Para su fortuna, Marsha Maitland, una enfermera, mientras hacían la ronda matutina, preguntó si no podía ser envenenamiento con talio, ya que estaba leyendo “El misterio del caballo pálido” y los síntomas del bebé eran idénticos a los descritos por Agatha Christie en su libro. Se pensó hablar con Graham Frederick Young, quien se podía considerar un “experto” en el tema, pero antes de que eso pasara, Scotland Yard consiguió un laboratorio que hacía la prueba y se diagnosticó una intoxicación con talio. Se le instauró el tratamiento correspondiente y el bebé sobrevivió. Después se descubrió que el talio era un veneno usado para matar ratas en el Oriente Medio, lugar donde el bebé entró en contacto con la sustancia que casi le cuesta la vida. Curiosamente, el talio en 1961 era un veneno poco conocido. Cuando Graham Frederick Young asesinó a sus compañeros de trabajo en el laboratorio, la prensa vio la relación y muchos acusaron a Agatha Christie de haberle dado la idea a Graham. Es un mito que persiste a la fecha, a pesar de que Graham reconoció nunca haber leído el libro.

En el próximo capítulo, seguiremos con los miembros más terroríficos de la corte del reino de la tabla periódica.

 

©Artículo: Osvaldo Reyes, 2021.

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