UNA CENA SICILIANA por Héctor Vico – IV Antología Solo Novela Negra
Al igual que la gran mayoría de los niños palermitanos de la Sicilia de posguerra, Rocco Galletto pensaba que sólo existía una manera de escapar de la pobreza y, en consecuencia, la transición desde sus juegos infantiles en las playas del Mediterráneo a empuñar un arma en las calles de Palermo para convertirse en un “Hombre de Honor”, fue vertiginosa y temprana.
Criado en un ambiente duro y miserable en dónde solamente prosperaban los miembros de la Mafia de cuyos métodos la población disfrutaba o padecía según el lado de la línea en que el destino la encontrara, Rocco no titubeó y ofreció sus servicios al Capo Giusseppe Mazzini
A pesar de sus escasos dieciséis años era consciente que son las decisiones las que forjan el destino y que todo aquel que abandona un camino viejo sabe lo que está perdiendo pero no lo que va a encontrar, sin titubeos, cómo en las mejores historias de Solo Novela Negra, se zambulló, con decisión y arrojo en busca de un lugar en la mafia de Palermo. No era tarea fácil lograrlo, existía todo un código y una manera para hacerse un lugar y en especial, de un nombre. Su primer objetivo fue el hacerse considerar un “amigo de los amigos”, es decir, tener alguien que lo recomiende y lo introduzca en la estructura formal de la delincuencia organizada. Comenzó como todos, siendo un “socio” lo que equivale decir que formaba parte del grupo que hace los verdaderos trabajos sucios y son los que están dispuestos a hacer cualquier cosa para ser aceptados.
Sus primeros trabajos consistieron en arrebatos, asaltos a mano armada o recaudar la mensualidad por la “protección” que la organización brindaba a los comerciantes. Esto último fue el negocio original de la Mafia, cuando en el Siglo XIX se protegía las fincas de naranjas y limones, principal negocio de Palermo y que posibilitaba a la delincuencia gozar de la protección política de los terratenientes y a estos, tener debidamente custodiadas su fuente de riqueza. El negocio había prosperado y ganaba en complejidad y crudeza. Para asegurar el flujo continuo de efectivo se echaba mano a los servicios de los “socios” y en esta tarea Rocco se destacó.
Su natural ambición no lo dejaba dormir. Sentía que el proceso de su ascenso y aceptación se estaba demorando y que mientras hiciera, a su criterio, estas tareas menores pasaría mucho tiempo antes de convertirse en un “soldado” o mejor aún en un “capitán” o “caporegime”, vale decir tener soldados a sus órdenes.
La oportunidad no tardó en llegar. Por aquella época el sobrino de Mazzini, un joven soberbio y orgulloso, gustaba de hacer sentir a los antiguos miembros de la familia los privilegios de su parentesco, lo cual le granjeó la antipatía y el odio de algunos referentes con el orgullo herido. Tensó tanto la cuerda que en una gélida mañana otoñal fue baleado en plena calle por un miembro del grupo liderado por la banda de los Corleoneses, famosos por sus métodos drásticos.
Rocco no titubeó. Averiguó el nombre del sicario y lo ejecutó emboscándolo en una ruta del interior de Sicilia.
Nunca pudo probarse este crimen pero pagó con tres meses de cárcel mientras era investigado e interrogado. El hecho de haber negado todo y no haber delatado a otros cómplices fue lo que determinó que fuera aceptado y que su nombre comenzara a significar que era confiable.
A partir de este hecho, Mazzini comenzó a fiarse cada vez más de él y sus tareas ganaron en complejidad y responsabilidad. Demostraba ingenio, creatividad y una total falta de escrúpulos. Para hacer crecer el monto de efectivo recaudado, pergeñó una original estrategia. Sus secuaces visitaban clubes nocturnos, bares y salas de juego clandestino en donde originaban una pelea con destrozos y heridos lo que espantaba a los clientes. Luego de repetir estos incidentes un par de veces ofrecía protección a los propietarios y logró ampliar la fuente de dinero y paulatinamente su red de distribución de cocaína comenzó a tomar forma.
El tráfico de drogas le generaba enormes cantidades de dinero en efectivo y en la Italia de posguerra, la construcción era una gran oportunidad de negocios. Rocco formó, con varios políticos de Palermo, distintas empresas que se encargaron de la pavimentación y la construcción de los principales edificios públicos de Sicilia y, paulatinamente extendieron sus operaciones a otros territorios. Los contactos con el poder y los correspondientes sobornos aseguraban una corriente ininterrumpida de trabajo dado que todas las licitaciones eran amañadas y se adjudicaban a las distintas empresas que, en el fondo, pertenecían a los mismos dueños.
Esta forma de operar, como no podía ser de otra manera, llamó la atención de Mazzini que se sintió inseguro y envidioso ante la creciente fama de Rocco.
En una luminosa mañana del verano de 1950 dos hombres lo asaltan en la calle. Lo golpean y lo suben a un automóvil, en dónde la golpiza continúa. Lo llevaron a una fábrica abandonada para ser suspendido de un gancho con las manos atadas. El castigo fue tan brutal que le desfiguraron el rostro y, creyéndolo muerto, fue abandonado en un callejón del puerto de Palermo. Permaneció dos días tirado pero, no obstante sobrevivió. Apelando a su astucia, Rocco fingió no reconocer a sus agresores a pesar de saber a ciencia cierta que quién ordenó su asesinato era Mazzini. Siguió trabajando para él, con el propósito de ganarse su confianza nuevamente. Continuó siendo el que más recaudaba y el que mejores negocios generaba. Logrado esto invitó a cenar a Mazzini. El capo mafioso sospechaba que Galletto quería matarlo y en consecuencia, con el ánimo de protegerse propuso como lugar de encuentro el restaurante de Salvatore Barbera que oficiaba como sede de la Commissione o Cupola[1]. Este organismo está compuesto por los representantes de las familias mafiosas geográficamente contiguas.
La Comisión a la cual pertenecía Palermo tenía una particularidad. Las reuniones se desarrollaban en la trastienda de un restaurante, generalmente con una opípara cena y considerando los particulares métodos mafiosos que incluían delaciones y traiciones, el camarero que servía la comida era, Cosme, un ciego.
El menú consistió en “brochette de prosciutto crudo y verduras grilladas” “»Caponata»(berenjenas, apio, alcaparras, aceitunas y otros vegetales en salsa agridulce de tomate fresco reducido) “Pasta con sardinas y piñones” “Enrolladitos de boquerones” “Tiramisu” y “Canoli”.
A Rocco le pareció adecuado y aceptó el lugar de la reunión y, a sabiendas de que infringía todas las reglas, hizo algunos arreglos. Uno de sus secuaces trabajaba en la cocina y sería el encargado de darle al ciego, previamente amenazado, las dos bandejas con canolis envenenados, tocándole la mano derecha al camarero para que supiera cual servirle a Mazzini
Todo transcurrió normalmente, el Chianti fue aflojando las tensiones y paulatinamente los dos comensales fueron relajándose. El camarero ciego se manejaba con gran destreza. Sabiéndose en un lugar neutral y a buen recaudo, ambos pistoleros hablaban sin tapujos y trataban de limar sus diferencias. En la cocina todo estaba dispuesto para servir el postre.
Rocco llamó al ciego y le solicitó que trajera una botella del mejor champagne y que sirviera el postre. Desde el mostrador, al escuchar la orden, el soldado de Rocco se apresuró a tener todo dispuesto. El camarero recibió la fuente con los canoli con el apretón en el brazo derecho y diligentemente cumplió con el pedido. Al aproximarse a la mesa Mazzini, que hasta el momento no le había dirigido la palabra a Cosme le dice:
—¿Cómo stai, Cosme, e tua figlia va bene?
—Va bene, grazie.
Fue suficiente, el ciego comprendió y dando un rodeo a la mesa, depositó la bandeja de la mano derecha frente a Rocco.
Rocco, al comer los canoli[2] con aconitina, falleció casi de inmediato presa de hormigueo y picor en la boca, que se extendió a toda la cara y garganta más náuseas, malestar, vértigo, calambres, arritmia y fibrilación ventricular. Detrás de la barra del restaurante, el hombre de confianza que Rocco había apostado para envenenar a Mazzini, yacía con un corte en la garganta.
Mazzini con este crimen logró consolidar su poder del cual disfrutó seis años para luego ser asesinado por una familia rival.
[1] organismo de los principales miembros de la mafia para decidir sobre cuestiones importantes relativas a la organización, las acciones a llevar a cabo, y de solución de controversias dentro de la mafia siciliana.
[2] Cannoli se mencionan en la película El Padrino por Clemenza, que es requerido por su mujer para que les traiga, por encargo, unos de una pastelería. En el transcurso del viaje se comete un asesinato y tras haberlo cometido antes de volver con su mujer, le dice al asesino y compañero la frase: «Leave the gun. Take the cannoli.» (deja el arma, coge los cannoli). En una escena eliminada se observa como Clemenza los compra después de almorzar.
En la película El Padrino III Connie (Talia Shire) asesina a Don Altobello (Eli Wallach) con un cannolo envenenado.
©Relato: Héctor Vico, 2020.
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