Revisión del estado noir actual
JOSÉ RAMÓN GÓMEZ CABEZAS|Ciudad Real
Sustituir el clásico, Sexo, drogas y Rock´n roll por Citas, cervezas y karaoke, como leitmotiv de novela negra suena sacrílego ¿verdad? Pero lo tiempos cambian, Facundo y la llamada evolución del género literario nos lleva a contemplar la cocina actual de lo negro desde un prisma cimentado en cánones clásicos a fuego lento, pero revestidas de deconstrucción floral bio-ecológica.
¿Qué quiere decir esta última frase? A decir verdad, no tengo ni puñetera idea, pero resulta espectacular como reguero de pólvora para alimentar durante años debates que terminan fagocitándose a sí mismos sobre lo que es y no es la novela negra.
¿Nos equivocamos en intentar apuntalar estos principios mientras en otros países lo tienen superado desde hace años? Pues probablemente. Lo cierto es que, independientemente de los intereses editoriales que traspasan los límites del género continuamente con cada una de las últimas novedades editoriales, sí que es cierto que la competencia es grande en este campo, y eso que, personalmente considero el género de lo más difícil de escribir por la propia idiosincrasia del mismo y la exigencia del ávido lector de esta narrativa.
El escritor, a veces, se encuentra, como muchos de sus protagonistas, en una encrucijada, dónde un camino rápido, pero lleno de peajes, señala hacia el interés editorial por la originalidad y el éxito, y el otro, con menos asfalto y más polvo, hacía el peso de los años en forma de clásicos canonizados. Quizás, como todo, la solución esté en difícil punto de equilibrio intermedio para acortar ese camino pedregoso, guiándose por el GPS interno.
Hace años, en una mesa, dentro de unas jornadas literarias negras, comenté que a mí me resultaba “doloroso” escribir novela negra. Un escritor reconocido y reconocible, a mi lado, argumentó que era cuestión de oficio. No lo creí, yo me había leído algunas de sus novelas, y años después, sigo sin creérmelo.
Pero no se dejen confundir por una mente viciada como la mía y fabriquen su propio criterio alejado del de críticos expertísimos, editores interesados o vecinos de comunidad. El mío, tan personal y válido, como cualquier otro con más pirotecnia argumentativa es que si el autor consigue noquearme con su rabia y dolor, o agarrarme por salva sea la parte con una trama de impacto social, original o no, seré capaz de perdonarle mil y una licencias que haya podido tomarse.
Texto © José Ramón Gómez Cabezas- Todos los derechos reservados
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