Presentación de LIBÉLULA de Laura de Larraya Pérez por Miguel Izu

Presentación de Libélula, de Laura Pérez de Larraya

Miguel Izu

 

El pasado 7 de marzo Laura Pérez de Larraya (Pamplona, 1986), acompañada de la también escritora Susana Rodríguez Lezaun, presentó en la librería Elkar de su ciudad natal su más reciente publicación, Libélula. Es ya su sexta novela, después de Las correas de Julia (2012), Cuando los ángeles caen (2014) y la trilogía “Crónicas de la Hija del Viento” compuesta por Sangre de cristal (2019), Piel de acero (2020) y Lágrimas de hielo (2021).

Ya hemos comentado anteriormente en estas páginas cómo la novela negra permite con facilidad la hibridación con otros géneros, algo que se hace en la actualidad con mucha frecuencia. Laura en sus dos primeras novelas cultivó el policíaco y en las tres siguientes la fantasía; su obra más reciente combina ambos registros, con algún acercamiento al relato de terror y expresas evocaciones a H. P. Lovecraft.

 

Explicaba Susana que la protagonista de Libélula, Olivia Esparza, es una periodista que decidió opositar para ingresar como inspectora, lo que le provoca el problema de tener compañeros que no la ven como una policía de verdad, entró mandando sin haber chupado calle. Laura dice que no es una situación que haya visto o le hayan contado en la propia Policía Nacional, a la que acudió para que le ayudaran a documentarse, pero que cree que se produce habitualmente en cualquier ámbito, la competencia por ser más auténtico que los demás. Olivia tiene otra peculiaridad, ver el aura de la gente y poder identificar sus sentimientos y cuándo mienten. Laura explica que se lo planteó como algo que la propia Olivia viera como positivo, pero que los lectores lo percibieran como una maldición; a ella no le gustaría tener ese superpoder, cree que le produciría mucho sufrimiento. Pero se ha encontrado con lectores a los que sí les gustaría poseerlo. A Olivia en su profesión le resulta muy útil su capacidad para reconocer cuando alguien miente ⸺todos mentimos a diario, dijo Laura, y no siempre es malo sino incluso necesario⸺, pero como nadie, excepto su marido (la única persona a la que se lo ha contado), conoce sus poderes, ha hecho un curso de lenguaje corporal para poder justificar cómo lo hace. Laura explica que Olivia esconde su peculiaridad, no porque quiera parecer normal, sino en realidad porque le gusta mucho e inconscientemente quiere seguir siendo especial con su secreto, si lo contara quizás descubriera que puede haber más personas con sus facultades.

 

El título, Libélula, hace referencia a algo que a Olivia le cuenta su marido, que las libélulas, frente a las dos células ⸺conos y bastones⸺ que tenemos los humanos en el ojo para distinguir los tres colores primarios que somos capaces de ver (cuya mezcla da varios millones de colores), tienen treinta células diferentes, probablemente distinguen cientos de colores primarios, perciben otra realidad completamente distinta a la nuestra. Laura cuenta que a Olivia le pasa lo mismo; ve cosas que los demás no vemos. La trama combina una investigación policial con otras cuestiones de desarrollo personal de Olivia, que en un momento dado se cruzan y la descolocan.

Susana explicó que, además de Olivia, hay otro personaje muy interesante y divertido, Camacho, su compañero en el caso que investigan. Laura contó que trabajan juntos pero no se conocen demasiado ⸺le explicaron que lo de tener un compañero permanente, siempre el mismo, es un mito propio de las series de televisión norteamericanas⸺ y son muy distintos. Él está cerca de la jubilación, ha visto de todo, le sacan de quicio algunas cosas de Olivia ⸺”una novatilla”, y a veces empeñada en utilizar procedimientos muy originales e imaginativos⸺ pero está convencido de que él nunca puede sacar de quicio a nadie.

Susana preguntó si fue complicado combinar en la misma novela los dos géneros, el negro y el fantástico, que había manejado antes por separado; Laura dijo que no, que en sus novelas anteriores se sintió más obligada a respetar los límites convencionales de los géneros, pero que en esta decidió escribir lo que le apeteciera, sin preocuparse de qué le salía. Además de esos dos géneros, hay una incursión en el mundo de Lovecraft, el asesino comete los crímenes que Olivia ha de investigar inspirado en los “mitos de Cthulhu” ⸺no hay acuerdo entre sus seguidores sobre cómo se pronuncia, si “chujú”, como prefiere Laura, “tuljú” o “chuchú”⸺. Uno de esos relatos, La antigua raza (The Very Old Folk, 1927), se desarrolla en Pamplona, aunque en la época romana en que se llamaba Pompaelo, y su lectura es lo que llevó a Laura a tomarlo como inspiración. Le llamó mucho la atención, cuando descubrió a Lovecraft, que aunque nunca salió de su pueblo, en el estado de Nueva York, y no pudo estudiar debido a su mala salud, fue capaz de situar sus relatos en muchos lugares del mundo, desde la isla de Pascua al Polo Norte, pasando por Pamplona, con una ambientación muy exacta.

 

La trama criminal de Libélula es muy inquietante porque se refiere a víctimas a las que nadie ha echado de menos, nadie ha denunciado su desaparición, Laura contó que le inquieta mucho, eso sí que le parece terrorífico, esa realidad que se produce más de lo que pensamos en nuestra sociedad, personas que viven en soledad y nadie se preocupa de que desaparezcan. El asesino es un individuo que lleva años matando ⸺no es un asesino en serie en sentido estricto, pero mata varias veces⸺ y que pasa totalmente inadvertido ya que sus víctimas no llaman la atención, no es sospechoso de nada, solo Olivia advierte algo anormal: que no tiene aura.

Cada capítulo de la historia se abre con un mensaje de Twitter. “¿Qué suponen las redes sociales para Olivia?”, preguntó Susana. Es una forma de ocupar la mente en otra cosa, dijo Laura, le distrae, como a la mayoría de nosotras actualmente. Decidió incluir esos mensajes porque le interesa también mucho cómo el mundo virtual constituye una nueva forma de comunicarse, distinta de las tradicionales de oralidad y escritura, que adopta formas propias. La idea la tomó de Camilleri, que en su última novela tiene un capítulo compuesto íntegramente por mensajes de SMS.

La conversación entre Susana y Laura acabó con el tema del mal; “todos hemos sido el monstruo de alguien”, había dicho Laura en una entrevista periodística que había llamado la atención de Susana. Todos hacemos daño a otros, muchas veces sin darnos cuenta, y eso no nos hacen malos, explicó Laura. Otras veces sí hacemos daño con intención, y entonces somos culpables porque hemos ejercido nuestro libre albedrío para elegir entre el bien y el mal.

 

Ficha:

Libélula

Laura Pérez de Larraya

Apache Libros, 2024

ISBN: 9788419293749

270 páginas, 15 x 23 cm, tapa blanda

 

Sinopsis:

 

Olivia Esparza no es una oficial de policía convencional. Desde su nacimiento, posee la capacidad de percibir el aura de las personas y discernir, a través de su resplandor, cuándo están mintiendo. A pesar de llevar una vida poco común, el rumbo de su existencia tomará un giro aún más extraordinario: Pamplona se enfrenta a un asesino en serie. Además, por primera vez, se encuentra con un individuo desprovisto de aura, una experiencia totalmente novedosa para ella. Simultáneamente, a su alrededor emergen resonancias de una pesadilla que se hace llamar «horror cósmico». Las coincidencias parecen acumularse, y la inspectora Esparza, escéptica de las casualidades, se sumerge en un misterio donde la realidad se entrelaza con lo inexplicable.

 

©Artículo: Miguel Izu, 2024.

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