No tenía muy claro que había escrito una novela negra hasta que estuvo casi terminada
JIMENA TIERRA| Corresponsal en Madrid
No tenía muy claro que había escrito una novela negra hasta que estuvo casi terminada
Con motivo de su galardón como ganador en la XXI edición del Certamen Literario Internacional de Novela Negra Ciudad de Getafe, con su obra titulada La japonesa calva, y aprovechando la inminente celebración del festival de Getafe Negro, entrevistamos al escritor Jesús Tíscar Jandra (Jaén, 1970) para conocer, de primera mano, cómo fue capaz de conquistar los corazones de un jurado tan crítico y experto como es el formado por Lorenzo Silva, Ramón Pernas, Pilar Lucas, Marcelo Luján y Esperanza Moreno.
Háblenos de usted. ¿Siempre quiso ser escritor?
Siempre no. Sólo desde 1979. Tenía nueve años cuando escribí mi primera novela, bélica. La acabé y la leí y la leyó mi familia y todos me decían “cucha qué bien, cucha qué bien”, pero yo sentía que no me conformaba con eso y que tenía que leerla más gente, verla editada, como los tebeos, y mientras se me ocurría cómo hacerlo, escribí otra, sobre un oso, y le cogí tanto gusto a contar…, que ya no paré. Hasta hoy.
¿Se gana la vida escribiendo?
A veces. Va por rachas. He pasado épocas en que varios concursos literarios ganados me han solucionado varios meses. Incluso épocas en las que he llegado a ser “rico” escribiendo, porque además he tenido encargos y columnas diarias en periódicos. Será que no necesito mucho para vivir. Cuando me notificaron el “Ciudad de Getafe” estaba en racha mala, o sea buscando otros oficios para vivir, y escribiendo. Pero sonó el teléfono… O sea que pronto seré “rico” otra vez.
¿Proviene de raíces intelectuales?
No. Aunque mi abuela Isabel me decía que un bisabuelastro mío escribía comedias en papel de estraza y hasta se las estrenaban en su pueblo. Por lo demás, provengo de familia obrera y me he criado en un barrio obrero, aunque, eso sí, mi padre, dependiente de comercio, leía y lee mucho, de todo. ¡Incluso a mí! De su pequeña biblioteca del mueble del comedor empecé a nutrirme de adolescente.
¿Por qué Getafe Negro y no otro certamen?
A ver: yo no tenía muy claro que había escrito una novela negra hasta que la tuve avanzada, casi terminada. Es cierto. Y en algún lugar vi las bases del Ayuntamiento de Getafe. Yo había oído hablar del Getafe Negro, de su prestigio y de su limpieza, y de las buenas ediciones que les hace Edaf a las novelas ganadoras. Los “concurseros”, como yo digo, nos fijamos mucho en esto, sobre todo en la limpieza de los concursos, se entiende que los “concurseros” que no estamos en el ajo, claro… Además, La japonesa calva, que no es larga, se adaptaba perfectamente a las condiciones que pedían las bases. No lo dudé.
El escritor… ¿nace o se hace?
Nace y se va haciendo con lo que ha nacido. A escribir no te enseña nadie, ni talleres, ni cursos, ni manuales, ni gaitas. Estoy convencido. A escribir aprendes tú si de verdad te interesa escribir. Redactar sabe todo el mundo… Bueno, hoy día no tanto. Pero, ¿quién te enseña un estilo? Eso es cosa de uno. Hablo de escribir en serio, no de historietas coñazo de esas que ahora te publican por doscientos euros, plagadas de faltas de todo tipo, pero sobre todo de faltas de respeto al oficio. Detesto eso.
Cuéntenos La japonesa calva en un elevator pitch.
A ver, déjeme un momento que consulte Google… Ah, sí, vale. Que venda la novela. Bueno, es fácil. Imagine a una señora de setenta y un años atravesando a pie un barrio chungo en busca de una masajista japonesa que hace pajas y mamadas en su piso y a la que apenas conoce. Imagine un adolescente muerto en una escombrera, una choni alucinada, un kebab pringoso, un hacker que esnifa rapé, un asesino psicópata frío, lolailo y medio tonto. Imagine a un guardia civil armado, adúltero y borracho en un café-bar cercano a la japonesa, amándola. Eso y mucho más es La japonesa calva. No es una novela negra al uso, ni por asomo, pero es una novela negrísima y, además, dicen que hace reír aunque no quieras.
Antes de hacerse público, ¿se sentía ganador o inseguro?
Siempre que me presento a un concurso literario me siento ganador. Después, cuando no lo gano, pienso que tengo material inédito para seguir presentándome, hasta verle rendimiento a lo creado, porque al final se lo ves. Es cuestión de no darse por vencido. Has trabajado: dale salida al producto. Insiste, esto no es fácil.
¿Cuánto tiempo tardó en escribir la historia?
Unos ocho meses. La di por terminada (cosa difícil) a primeros de este año 2017. A eso súmele un mes más hasta dar con una estructura satisfactoria, al menos para mí, claro. Eso es algo que me obsesiona: la estructura. Y una vez que la tienes, o que crees que la tienes, reescribe en consecuencia. En fin, un trabajazo.
¿Qué significa, para usted, el género negro?
Bueno, pues aquí he de confesar mi pecado, un pecado que pienso confesar también cuando presente la novela en octubre, durante el festival Getafe Negro, y creo que será lo primero que diré: yo no soy lector de novela negra. Algunas he leído, sí, claro, pero muy pocas. Los puristas del género, cuando lean La japonesa calva, dirán: se nota, amigo, se nota. Pero yo es que no soy un escritor de géneros, ninguno me ha cuajado o a ninguno le he caído bien. Por otro lado, creo que los géneros literarios los decide el lector. No obstante, ¿qué significa para mí el género negro? Quizá tenga una idea romántica, pero es esa: la literatura pura. La que engancha, encanta, intriga y se vende bien, dentro de lo que cabe.
Nada más y nada menos que el premio de la XXI edición del Certamen Literario Internacional de Novela Negra Ciudad de Getafe. ¿Y ahora qué?
A disfrutarlo, qué demonios. Estoy deseando tocar un ejemplar impreso. Eso, a los escritores, por más ejemplares impresos que hayamos tocado, siempre nos vuelve locos. Algunos dicen que no, pero mienten, se hacen los fríos. Y, tras el gozo íntimo, a procurar que mi japonesa llegue a muchos ojos, a muchos corazones y a muchos bolsillos. Cuento con una ventaja: como ya he dicho, Edaf hace unas ediciones muy buenas, algo he podido ver ya de la mía, y el libro empieza entrando por el ojo, como casi todo. Por lo demás, a seguir escribiendo, no sé hacer otra cosa y con cuarenta y siete años tampoco me voy a poner ya aprenderla. No me da la gana.
Jesús Tíscar Jandra (Jaén, 1970)
Profesión actual: Escritor y actor.
Las anteriores ocupaciones laborales variaron entre Botones en una gestoría, telefonista en un club de jazz, vendedor de ordenadores viejos, portero de bar, distribuidor de mis propios libros, vendedor de entradas y taquillero de mis propias obras de teatro.
Sus odios se reparten entre las alcachofas, la gente que no conozco, las arañas, las piscinas comunitarias, las macetas y las teterías.
Ha publicado, Memorias de un gusano (Ediciones RaRo), La camarera que me escupía en los chupitos de whisky -y otros 15 relatos pellejos- (Ed. Baraka Project), LA POETISA (Ed.: Algaida Editores), entre otros.
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