MADRID PRISIÓN de Paco Gómez Escribano por Txema Arinas
MADRID PRISIÓN – PACO GÓMEZ ESCRIBANO
Todos la conocían, tanto los tipos que la reconocieron en la fotografía como los que no; tanto los que dijeron haberla visto por aquí y por allá como los que aseguraban no haberla visto nunca. Resumiendo: Violeta era una chica de Intramuros muy divertida, una chica que, eso sí, tenía más vicio que una garrota y que no era extraño que hubiera desaparecido, aun asumiendo que alguien de Intramuros desapareciera así como así. La gente de Intramuros no desaparecía sin que los mercenarios y los Hombres Rectos pusieran los sitios que había frecuentado patas arriba, como así había sido. En este caso, ni las palizas ni las torturas habían dado algún resultado. Violeta había desaparecido y nadie sabía nada.
Madrid prisión – Paco Gómez Escribano
Tengo para mí que en un mundo, no ya justo o mejor, sino normal, el cual confieso que coincide con aquel en el que las cosas son como a mí me gustarían que fueran y para de contar, cada nueva novela de Paco Gómez Escribano sería un acontecimiento en el mundo literario. En efecto, esta última novela de P.G.E., Madrid Prisión, publicado en marzo del presente año, debería haber copado todos los escaparates de las novedades en las principales librerías del país, y no digamos ya las reseñas de la prensa especializada o no, en el caso, más que hipotético, de que la supuesta crítica literaria española se dedicara de verdad a la información antes que a la promoción de los productos de unas pocas grandes editoriales.
Esto lo digo tal que así, con una rotundidad que ya habrá levantado más de una ceja, porque considero a Paco Gómez Escribano uno de los mejores escritores de novela negra del panorama español. Un escritor que ha sabido crear su propio “territorio mítico” inspirado en su barrio, Canillejas, con un estilo verdaderamente propio, es decir, no un mero trasunto de lo que hacen otros adaptado a la idiosincrasia del entorno y la temática de sus novelas, sino uno perfectamente reconocible desde la primera línea de cualquier de sus últimas novelas. Un estilo en el que el lenguaje coloquial con ecos de barrio madrileño y un delicioso y hasta lírico sarcasmo, a lo que hay que añadir las continuas referencias metaliterarias o también llamados homenajes a los clásicos del género negro, hace las delicias de cualquiera que sepa apreciar la belleza de lo auténtico. Por no hablar del perfecto y laborioso engranaje que P.G.E consigue en sus novelas haciendo que la lírica inherente a su prosa en las descripciones de los ambientes más o menos decadentes o suburbiales, apocalípticos incluso como es el caso de la novela que nos ocupa, no ralentice nunca el ritmo de una trama que casi siempre es tan frenética como la vida de sus personajes. Las novelas de P.G.E son de las de dejar sin aliento al lector, o se leen de tirón arrastrado por el embeleso de la historia o, si por lo que sea hay que interrumpir la lectura, ocupan todo el rato la cabeza hasta que se retoma.
Con todo, en Madrid prisión P.E.G da un giro de tuerca a la que ha sido a su serie de novelas negras ambientadas en Canillejas y que algunos han dado en denominar como la recreación literaria de lo que se llamó el cine quinqui de la década de los setenta y que tuvo su máximo exponente en las películas de Eloy de la Iglesia. Una serie de novelas que inicia con la publicación de Yonqui (2014), Lumpen (2015), Manguis (2016) y Cuando gritan los muertos (2018) o 5 Jotas (2020). Novelas en las que P.G.E nos ha llevado tanto al pasado como al presente de su barrio, permitiéndonos así adivinar cómo ha evolucionado el barrio hasta nuestros días a través de unos personajes marginales, perdedores casi que desde la cuna, supervivientes de una época de precariedad y marginación que siempre parece ser la misma por mucho que pase el tiempo y cambien los rostros y hasta la fisonomía de las casas y las calles del barrio. Un ejercicio de realismo sucio y crudo que, como toda buena novela negra se precie, no es sino el retrato descarnado de esos patios trasteros de las sociedades que son los arrabales donde viven los menos afortunados de sus miembros, la carne de cañón para los de arriba, los vivideros de perdedores de todo tipo, siquiera ya solo de acuerdo con la idea de triunfo que se nos vende desde pequeños y a todas horas y que está intrínsecamente relacionada con el tamaño del peculio de cada cual casi que en exclusiva. Un retrato en el que, por supuesto, P.G.E reivindica en cada novela la dignidad de los habitantes de su barrio más allá de la crudeza de las historias que cuenta en sus novelas, o acaso precisamente por esta.
Así pues, y tras haber destacado como un verdadero maestro del realismo más sucio y crudo al que nos referíamos antes, Paco Gómez Escribano nos ofrece en Madrid prisión una distopía todavía más sucia y cruda que la de sus anteriores novelas. Una distopia inspirada a su vez en una novela negra, Madrid: frontera (2016) de David Llorente Oller. Una elogiada novela donde se presenta un Madrid posapocalíptico en el que las desigualdades y tensiones que caracterizan a la sociedad de nuestra época están llevadas al extremo absoluto. Madrid es una ciudad donde sus habitantes rebuscan comida en la basura, hay muertos en las cunetas, la gente duerme en la calle y pasa hambre, frío y miedo. Una ciudad sin libros, cines, teatros, donde los profesores son sustituidos por adoctrinadores con sotana. Un Madrid donde todo lo público ha acabado en manos de unas pocas juntas de accionistas. Una ciudad donde la policía abusa, tortura y mata con la impunidad que les conceden los de arriba, donde los políticos y sus asesores mienten y manipulan para repartirse beneficios y privilegios. Una ciudad de sirenas, desahucios y emigrantes encerrados en centros de internamiento y exterminio. Una ciudad de funcionarios y cámaras de vigilancia, de desigualdades y humillaciones. Una ciudad que solo es habitable en los barrios donde viven las élites que manejan el cotarro y el resto simple y llanamente un infierno en el que se hacinan legiones de perdedores.
Ese el escenario que Paco Gómez Escribano hace suyo para Madrid Prisión, algo así como una secuela del libro de Llorente, también un homenaje en toda regla y sobre todo a través de la voz que surge en la cabeza del protagonista y que incordia a este constantemente con párrafos de Madrid: frontera en lo que es también un guiño a uno de los recursos literarios de la novela. De hecho, creo que nos encontramos ante uno de los actos de generosidad literaria más entrañables y sinceros que he leído en mucho tiempo.
“A Orwell le llamaron profeta por su 1984. A Huxley le llamaron visionario por su novela Un mundo feliz. Ellos atisbaron algo. David Llorente lo clavó. El mundo no es exactamente como Madrid: frontera, pero se le parece bastante”.
Madrid prisión – Paco Gómez Escribano
De modo que a través de este sentido homenaje a la novela de Llorente que P.G.E construye su distopia sobre un terreno prestado, pero, en el que reconstruye su barrio y alrededores tras el apocalipsis que sucede en Madrid: frontera. Allí es donde se desarrolla la historia de Madrid prisión, en lo que fue antes de la gran hecatombe un barrio trabajador de la periferia madrileña y ahora es un inmenso erial en que apenas se distinguen edificios abandonados o de ínfima e improvisada construcción, una tierra de nadie poblada por los supervivientes de la gran hecatombe y esa otra especie subhumana que resulta de la adaptación de los humanos nacidos más tarde a las condiciones de degeneración ambiental, alimentaria y sobre todo social en las que viven todos aquellos al otro lado del muro que separa el Madrid de Intramuros, donde viven las clases dirigentes, de ese otro Extramuros donde todos se limitan a sobrevivir lo peor que pueden.
Una historia protagonizada por uno de los supervivientes de la hecatombe, y por lo tanto un representante de esa humanidad ya en vías de extinción que creció en un mundo en el que todavía había gente con un código moral o ético anterior al que impera ahora extramuros, el cual vive de vender y también de recitar ilegalmente sus poemas en los garitos infectos que de tanto en tanto son frecuentados por la juventud pija y bohemia que vive al otro lado del Madrid amurallado.
El Poeta conoce al detalle el entorno en el que vive, ya sea Canillejas, o más bien en lo que queda del barrio y no ha sido arrasado del todo, así como sus aledaños todavía más inhóspitos y peligrosos. Por eso, cuando desaparece una de esas niñas pijas de Intramuros, su hermano recurre al Poeta para que le ayude a encontrarla. Así pues, y sobre todo a partir del momento en el que el Poeta acepta el encargo de buscar a la chica, nos encontramos con otro homenaje de P.G.E a la novela negra, en este caso a uno de los clásicos del género: el inspector Marlowe de Raymond T. Chandler. Un Marlowe escéptico y temerario que se adentra más allá de lo que debería en una periferia madrileña que nada tiene que envidiar a cualquier escenario de Mad Max, la película de acción-policíaca ambientada en una Australia apocalíptica, escrita y dirigida en 1979 por George Miller y protagonizada por Mel Gibson. Un Marlowe empeñado en encontrar a la chica desaparecida a pesar del alto coste personal que eso acaba suponiéndole y el crudo desenlace al que se ve abocado como en el más genuino western. Pero, sobre todo, un Marlowe al que llaman El Poeta y que gracias a esa mirada a ratos rematadamente lírica, los más de ellos desengañada, puede que hasta fatalista, siempre cáustica, podemos disfrutar una vez más de la prosa de Paco Gómez Escribano, si bien que en esta ocasión con el aliciente de que, al situar su historia y sus personajes en un escenario distópico, ya no está sujeto a los rigores del realismo que le obliga en sus anteriores novelas sobre Canillejas a suministrar con cuentagotas, para no caer en la exageración, esos apuntes en los que se alternan la rabia, siquiera en su versión más mordaz, y el desencanto con cierta melancolía y el orgullo de barrio.
En este Canillejas de un futuro tan aciago como previsible a tenor de lo que ya está sucediendo hoy en día, P.G.E es libre del corsé de la realidad para dar rienda suelta a su imaginación más pesimista y al mismo tiempo poética. Se trata de un sesgo lírico cada vez más acusado en la prosa de P.G.E y que en este caso sobresale en cada línea descriptiva de ese Extramuros madrileño del futuro, incluso aunque no nos demos cuenta en un primer momento por culpa de lo arrebatado de una trama que nos lleva todo el rato, y a un ritmo digno de una banda sonora donde el rock más duro apenas concedería en la cabeza del lector algún que otro respiro para rellenarlo con blues o cualquiera de los mejores clásicos del jazz, de una escena a otra entre sobresaltos y unos diálogos tan castizos como eficaces. Unos diálogos que son ya la marca de la casa con esa habilidad suya para reflejar el habla más coloquial, y sobre todo guasona y bravucona, de los nativos de ese extramuros eterno y sobre todo metafísico en el que viven la mayoría de los personajes de P.G.E. En resumen, y como ya apuntaba antes, una nueva muesca en la culata de la pistola con la que P.G.E dispara sus historias de personajes siempre al límite por culpa tanto de las circunstancias como de sus propias decisiones. Puede que incluso un verdadero hito en su narrativa.
Ficha técnica de MADRID PRISION
Nº de páginas:
228
Editorial:
VENCEJO EDICIONES
Idioma:
CASTELLANO
Encuadernación:
Tapa blanda
ISBN:
9788412460414
Año de edición:
2022
Plaza de edición:
ES
Fecha de lanzamiento:
11/02/2022
Alto:
21,00 cm
Ancho:
14,00 cm
Grueso:
1,20 cm
Peso:
150,00 grs
Sinopsis de MADRID PRISION
El Poeta podría haberla palmado, pero sobrevivió al holocausto a su pesar, como tantos otros desgraciados. Como tantos otros miserables, podría haberse suicidado, pero su instinto le hizo seguir soportando varias secuelas y una esquizofrenia cuya voz le recitaba párrafos enteros de Madrid:frontera (novela de David Llorente) en su puta cabeza. En un futuro no muy lejano, el año del holocausto, el año en que los ricos decidieron que bombardear las casas de los pobres y eliminarlos era un buen deporte, quedaba ya muy lejos. El Poeta vive en Canillejas, extramuros de Madrid, uno de los pocos enclaves míseros que ha quedado en pie. Vive de recitar sus poemas en garitos infectos que empiezan a ser frecuentados por jóvenes de Intramuros (el Madrid amurallado de los ricos) pijos y bohemios, nietos de puta por pedigrí. Una de estas niñas pijas desaparece y su hermano cree que el Poeta, un tipo inteligente a pesar de todo, puede encontrarla debido a su conocimiento del medio. Tras aceptar el contrato, este detective improvisado nos llevará desde la Canillejas postapocalíptica al Carabanchel postespeluznante [casualmente (o no) el barrio de David Llorente], un paisaje desolado en donde la gente se mata en plena calle por un trozo de pan. Un paisaje en que las violaciones, los robos y el asesinato son el pan nuestro de cada día. Un territorio propicio para perdedores, que parecen ser los personajes preferidos del autor. Una novela, la que tienes en tus manos, que avanza zumbando a toda hostia hacia un desenlace que no esperas, que te cortará la puta respiración.
©Reseña: Txema Arinas, 2022.
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Muchísimas gracias, Txema. Un flipazo de generosidad por tu parte. Abrazote.