LAPSUS de Salva Alemany por Teresa Suárez
Lapsus de Salva Alemany
Sinopsis
«El padre Damián oficia misa en Nazaret, un barrio de pescadores al sur de València que ya no tiene mar. Un barrio al que llegaron Nico y Marcela en busca de un sueño que se parece más a una pesadilla. Por sus calles deambula el Javito, un hombre sin suerte que comparte piso con su madre y con una espada de samurái. En una de sus casas vive Canijo, enclenque, delgado como una enfermedad y sonado como unas maracas, que sueña con ser boxeador mientras comparte sus miserias con Marta. A Marta sus compañeras la siguen llamando La Modelo, aunque ya no quede nada de aquella belleza extraña. El tío Miguel cala un sombrero oscuro de rejilla, patriarca gitano cuya voz resuena como el frenazo de un coche sobre la tierra. Laura también es Estela, una placa de policía y una doble vida de engaños y mentiras cuyo objetivo es Carlo. Carlo tiene la elegancia propia de los italianos y una vida llena de cosas que no le hacen feliz. Hasta que conoce al padre Damián, a Canijo, al tío Miguel, a Estela. Y todo aquello que nunca debió suceder, sucede.
Todos los hechos que se narran en esta historia son ciertos, ocurrieron en el barrio de Nazaret, al sur de València, y causaron una conmoción enorme entre sus gentes. Los nombres de los personajes se han cambiado para preservar su anonimato. El autor, Salva Alemany, conoció al padre Damián hace mucho tiempo, cuando solo era un joven cura de barrio. Años después, al descubrir lo que se escondía detrás de ese cura, se obsesionó con su historia hasta el punto de escribir esta novela que recrea lo ocurrido y escarba en las razones ocultas que todos llevamos dentro».
El 24 de mayo de 2022 llega a las librerías Lapsus de Salva Alemany, una novela que Alicia Giménez Bartlett ha definido como «de estilo preciso, frase exacta» y «unos personajes tan humanos como terribles». «Con estos ingredientes», continúa Alicia, «no hay guiso negro que salga mal».
Aunque me reconcomen las ganas de apostillar “lo siento Alicia, pero yo lo vi primero”, debo contenerme porque, en realidad, no tengo constancia de que así fuera y, la verdad sea dicha, el orden de lectura es irrelevante.
Conocedora de la obra del señor Alemany (Una mirada perdida, Eyre y Alacrán), tras una revisión crítica y exhaustiva de su nueva novela, que tuve el privilegio de leer antes de que fuera publicada, llegué a la misma conclusión que la señora Giménez Bartlett: Lapsus es una novela en la cual, en palabras de Alicia, «Salva Alemany lo borda».
Cuando este valenciano me propuso leer el borrador de Lapsus acepté sin dudarlo ¿Cómo podría negarme? Es un honor que un escritor te pida que ejerzas de lectora cero. En este caso, además, fue una sorpresa porque no me había gustado Una mirada perdida, su anterior novela, y así lo reflejé al reseñarla. Pero es que este hombre, inteligente y educado, soporta como nadie las malas críticas.
Puede que sea porque practica boxeo, pero me sorprende su capacidad para ver que cuando alguien dice que una novela no le ha convencido por este u otro motivo, no busca producir heridas en cejas o pómulos ni, mucho menos, causar una hemorragia al escritor. Nunca es esa la intención y Salva parece captarlo a la perfección. ¡En eso es único!
No obstante, como amante de la música que es, de esa reseña en concreto nunca me ha perdonado una frase (reconozco que al escribirla fui a pinchar, pero con cariño) que me recordó, no hace mucho, refiriéndose a la novela de otro autor que ambos habíamos leído hacía poco: «Si tu voz áspera te hace idóneo para el blues, el soul o el jazz, ¿por qué empeñarte en interpretar pachanga?».
¡Que “jodio” Salva!
En fin, vamos al lio.
Lapsus se inicia con acción: un angustioso incidente protagonizado por Nico y su mujer («Se incorpora de un salto y zarandea a Marcela, le grita que hay que salir. Se asoman al salón, pero Nico no ve fuego en el interior de la casa. La están quemando por fuera (…) Grita pidiendo socorro, pero su grito se expande por las huertas colindantes perdiéndose en la noche»), dos emigrantes más que, como tantos otros antes, dejaron atrás su país natal y aterrizaron en España con la falsa promesa de un trabajo digno y bien pagado. Tardan poco en comprender que la dignidad es un lujo que ninguno de los dos puede permitirse.
A continuación, van entrando en escena el resto de personajes…
Canijo («siempre está en su mundo, con sus cosas absurdas que solo el entiende. Mezcla personas reales y ficticias, presente y pasado, lo que es con lo que debería ser. Para él, cualquier cosa que ve existe, da igual que sea una película, un anuncio de televisión, sus sueños o una pintada en la pared»), en apariencia inofensivo y que, a medida que avanzan las páginas, va ganando protagonismo en la trama.
El tío Miguel, «un hombre grueso vestido de negro de la cabeza a los pies». Alguien a quien conviene hacerle caso.
Marta, alías La Modelo, una belleza venida a menos («nadie se explica como acabó así. Y ella menos que nadie. Lo tenía todo, menos suerte»).
El Padre Damián, un «personaje extraño, jovial, que irradia una energía contagiosa». Un brillo en su mirada alerta de que «hay algo en él que no funciona como en el resto de personas».
Dinero, poder, violencia, sexo, drogas y odio, de los que se nutren la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la envidia… Con los siete pecados capitales crepitando a su alrededor, el cura se convierte en el epicentro de ese movimiento sísmico que es Lapsus. Un terremoto que alcanza su máxima intensidad en el capítulo 94 (Una brizna de hierba).
Pero todos los temblores no son malos.
En Lapsus hay amor, desamor, incluso humor en pequeñas gotas.
Hay guiños a la cultura (pintura, cine, televisión, poesía).
Hay crítica social y denuncia de la degradación urbana y la corrupción política y administrativa… ¡Una de granujas a todo ritmo!
Porque Lapsus lo tiene, ritmo me refiero, Un ritmo que no decae. A veces fluctúa, es cierto, pero siempre se mantiene.
Como si de un guion de cine se tratara, Lapsus logra que, desde las primeras páginas, veas la historia. No la lees, formas parte de ella. Te metes dentro.
Y eso lo consigue, sin aparente esfuerzo, de una sola tacada.
¡Bien por el señor Alemany!
©Reseña: Teresa Suárez, 2022.
Visitas: 334