La silla – por Mikel Alvira
LA SILLA es un relato corto inédito ofrecido en exclusiva por el escritor MIKEL ALVIRA a los lectores de Solo Novela Negra.
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LA SILLA, por Mikel Alvira
Sentarse en la misma silla en la que el asesino había maquinado su macabro acto, acariciar los brazos de madera y balancearse frente a la mesa, respirar su mismo oxígeno y escuchar el crujido del entramando del respaldo mientras imaginaba cómo una mente era capaz de planificar semejante atrocidad le nublaba la frente, le fruncía el ceño, le hacía olvidar su placa y su pistola reglamentaria y su gabardina raída y su olor a vino barato, le despertaba un suspiro, le insuflaba de valor y le convencía de que tarde o temprano terminaría por echarle el guante. Al fin y al cabo, las evidencias resultaban determinantes: una huella de su All-Star del número cuarenta y dos, restos de piel bajo las uñas de la víctima, una grabación borrosa captada por la cámara del aparcamiento… Sería coser y cantar.
Se recostó, consultó su libreta de notas, arrugada y doblada en una esquina, y sonrió.
Varón. Cuarenta años. Caucásico. Complexión fuerte. Fracturas en ambas muñecas. Laceraciones en rostro y antebrazos. Cortes profundos en el pecho. Posible causa de la muerte, el destornillador clavado en el ojo izquierdo.
Aborrecía a su jefe, el comisario Uriarte, a sus compañeros, el rincón de la comisaría con su mesa y sus archivadores, el coche que conducía y el salario de mierda, pero amaba su trabajo, y saberse sentado en la silla de su sospechoso le aliviaba de las noches de guardia, los seguimientos a ciegas, la humedad en los pies atravesando incluso las suelas de goma, el dolor en el estómago después de la tercera tapa de calamar y el asfixiante sentimiento de estar tan solo en el mundo como el hijo de puta al que iban a detener en cuestión de horas.
Una mosca se posó sobre el dorso de su mano. La aplastó con un ágil movimiento, hasta convertirse en una mancha como de tinta entre el vello de los nudillos. En ocasiones, sentarse en la silla del asesino confiere poderes inescrutables.
Del Texto © Mikel Alvira – Todos los derechos reservados –
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