LA NOCHE DE ARENA de Trifón Abad por Antonio Parra
Título
La noche de arena
Datos de publicación
Grijalbo. Barcelona 2024. 380 págs.
Datos del autor
TRIFÓN ABAD (Murcia, 1979). Licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, actualmente ejerce como profesor de Lengua y Literatura. Ha publicado dos libros de relatos, Que la ciudad se acabe de pronto y Quitamiedos, volúmenes que resultaron finalistas del Premio Setenil. Ha sido también finalista del Premio Cosecha Eñe y ganador del Premio Clarín de Cuento, entre otros reconocimientos. Además, sus relatos se han incluido en diversas antologías y revistas. Como periodista, ha coordinado múltiples proyectos editoriales y escribe con frecuencia críticas literarias en medios de comunicación. La noche de arena es su primera novela.
Sinopsis de la obra
Hace siete años, Berta salió de fiesta con unos amigos y nunca regresó. Su rastro se perdió en algún momento de la madrugada, tras una noche de desfase en una rave. Ahora, su padre, ex detective privado, malvive en una casa de la huerta murciana con la única compañía de su perro Wolfe. La ausencia de Berta sigue envuelta en un halo de misterio, convertida en una herida que no se cierra y en un fracaso insoportable. Pero, cuando un conocido le pide que indague sobre la muerte accidental de un joven en un desguace cercano, el instinto de investigador volverá a despertarse y un hallazgo fortuito le pondrá en el espinoso camino de la verdad. ¿Qué le pasó a Berta? ¿Qué secretos escondía aquella joven rebelde e inconformista? Y sobre todo, ¿qué sucedió en el desierto la noche de la rave?
Reseña
ROBLES
Se ha lanzado Trifón Abad al enrevesado bosque de la novela negra, y lo ha hecho con conocimiento de causa, la verdad, con el saber que proporcionan la lectura y la voluntad de contar buenas historias, armadas con personajes tan vivos como complejos.
La desaparición de la joven Bertta podría haber sumido a Robles, su padre, en uno de esos túneles que desembocan justo al ladito del abismo que tanto suele criticar, y con razón, Nieves Abarca. Pero en este caso el personaje, un antiguo detective privado (tampoco esta es una profesión que admita el privilegio del ex), no cae en el victimismo ni se propone darle pena al lector. Sufre, por supuesto, abandono conyugal incluido, bebe, más de lo que debería, e incluso practica otros consumos, pero la diferencia es que nada de eso lo hace buscando una solución rápida ni la compasión de los demás, es simplemente una forma de seguir viviendo, aunque muchas noches eso de vivir se reduzca a contemplar a un perro y amagar con romperle la crisma al vecino contiguo.
Los hechos son los que fueron, y ahora no se pueden buscar paños calientes, pero tampoco pretender que Robles se haya vuelto amnésico. Y de la mano de un nuevo caso, el de un joven muerto en un desguace, el sabueso adormilado comienza a despertarse, a salir al mundo más allá de los limoneros que se han convertido en su actual forma de vida.
Trifón Abad ha practicado un noir huertano en el que Murcia y sus localidades cercanas son un marco agreste con sus propias leyes, pero también con sus propios caciques, y ya se sabe lo que ocurre cuando un cacique adquiere además ínfulas de tirano. El ambiente se masca en cada página y se yergue como un personaje más de la novela, tanto en el marco geográfico como a la hora de condicionar las reacciones de quienes lo habitan.
Para completar el cuadro, el autor también bucea en el pasado de Berta, el instituto, los amigos, el primer trabajo, los primeros engaños. Algo necesario para saber quién era esta joven y qué pudo ocurrirle, algo imprescindible para conocer también el camino que ha recorrido el padre desde su desaparición.
Profundidad psicológica importante, menos preocupación por lo procedimental para darle luego mayor fondo a los personajes y a sus motivaciones. Robles no cae en las falsas esperanzas, y se muestra igual de escéptico que pragmático. Además, la galería humana que se irá encontrando el personaje es digna de las grandes novelas, incluido Wolfe, el perro, que tiene más empatía que muchos humanos.
La presencia policial se limita a lo mínimo, dejando expedito el panorama a un Robles que es quien debe ir recorriendo su camino, y lo hace con el aplomo de un actor clásico y con unas palabras que denotan muy bien la categoría de su autor. Por eso esta es una novela dignísima a la hora de su lectura, no hay engaños ni artificios, lo único que hay es la voluntad de alcanzar un final, cualesquiera que sean sus consecuencias. Muy edificante que una vez más una novela llegue para dinamitar un buen puñado de absurdos tópicos vertidos día sí y día también sobre el género negro.
©Reseña: Antonio Parra Sanz, 2024.
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