INSPIRADO EN HECHOS REALES por Esmeralda Egea

Después de varios intentos nefastos, consiguió marcar el número de móvil de su mujer.

Le pediría que fuera a buscarlo, aunque ni el mismo sabía donde se encontraba.

Intentaba volver a casa, por una calle que apenas le sonaba, la celebración con los amigos, unida a una larga sobremesa cubierta de decenas de cubatas, le estaba pasando factura.

Era tal su estado, que iba por la calle como un auténtico zombie, el número de ella lo marcó dos veces, pero no contestó, el buzón saltó después de seis tonos, y apenas consiguió farfullar algo sin sentido.

Tenía un hambre voraz, el exceso de alcohol le había abierto el apetito de una manera caníbal, el olor a comida embriagaba la calle donde se encontraba, tenía hambre y también se sentía extremadamente exhausto, se metió en un bar, pero unas manos callosas lo devolvieron al caluroso asfalto.

Decidió descansar un rato, hacía unos minutos que abandonó la calzada, por el envolvente césped, sin ni siquiera pensárselo, ya que no tenía capacidad en esos momentos para tal cosa, se tumbó en la hierba fresca, y poco a poco fue recostándose, como si de un ovillo se tratara, hasta quedarse plácidamente dormido.

Justo en frente, sentado en un banco con una lata de cerveza, unos ojos oscuros lo vigilaban, se acercó y se puso en frente de él, a esas horas el parque estaba vacío.

Se agachó, y se puso a su altura, podía oler el hedor a alcohol que desprendía cada poro de la piel de aquel individuo, que roncaba como un tronco, pensó que era un gilipollas por quedarse dormido en medio de un parque. 

Observó el reloj que llevaba en su muñeca, por lo menos costaba quinientos euros, si dudarlo, con total delicadeza para que el bello durmiente no despertara, se lo robó.

La adrenalina se apoderó enseguida de él, metió la mano en uno de sus bolsillos, y sacó su cartera, la abrió, los ojos se le iluminaron al ver dos billetes de cien euros.

Al sacar su billetera del bolsillo, se le cayeron las llaves, las agarró sin demora, sacó su documentación y salió corriendo con el botín, dejándolo a él, completamente dormido debajo de un árbol.

Metió la llave con cautela, se sintió observado, estuvo a punto de marcharse, pero con un poco de suerte la casa estaría vacía, en el buzón aparecía él y ella, eran dos en ese domicilio, no sabía lo que podría haber dentro, pero sonrió al ver todo en penumbra.

No encendió ninguna luz, no fue necesario, el resplandor de la luna llena que asomaba por la ventana en todo su esplendor se la mostró.

Tumbada en el suelo con signos de violencia, algo se le quedó pegado en su suela, era un trozo de oreja ensangrentada.

El estómago se le revolvió y las piernas le empezaron a flaquear.

En esos momentos, cubiertos de porras y con las esposas preparadas, media docena de policías abrieron la puerta del domicilio,  agarraron al individuo de ojos oscuros, y lo sacaron inmediatamente de ahí, no sin antes haberle propiciado un golpe.

 

EPÍLOGO

 

Unos ojos claros semitransparentes, abandonaban la mirilla del piso de enfrente, los policías habían sido rápidos, se sentía molesto, el trabajo de su grupo era entrar a robar, pero no matarla, pobre chica, era encantadora, y además estaba bien buena.

Un rato antes, estuvo escuchando sus gritos, luego ligeros gemidos pidiendo auxilio, todo esto  a través del fino tabique, por ese motivo había dado el chivatazo a la poli, no soportaba oírla llorar, ese no era el plan, no, pero ya estaba hecho, además, ¿Quién era ese tipo al que sacaban esposado?, no lo sabía, lo había visto entrar, por un momento pensó que el plan se iba a la mierda, daba igual, todo había terminado, en veinticuatro horas tendría su parte del botín, y desaparecería de ahí para siempre, pobre chica, ¿a quién se le ocurre dejar un premio de lotería en una caja de seguridad,? que además, ¿da justo al dormitorio donde duermo?, y lo mejor de todo ¿discutir por que números de seguridad debía de tener la caja fuerte?

Da igual, en unas horas estaré lejos de aquí, además el somnífero que le pusieron en su última copa, ha dado muy buen resultado, él sigue dormido, por lo menos tiene para unas cuantas horas, para cuando se levante todo habrá terminado.

 

Relato:©Esmeralda Egea, 2019.

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