Giorgio Scerbanenco, el padre de la novela italiana por Vicente González
En Italia todos los primeros de diciembre se concede el premio anual más prestigioso de novela negra (en italiano “giallo”, por el color amarillo de las primeras portadas que imprimió Mondadori) Este premio lleva el nombre del escritor “Scerbanenco”. El padre de la novela negra italiana ¿Quién fue? ¿Qué hizo Scerbanenco diferente de todos los escritores de su época?
Volodymyr Valerianovic Scerbanenko nació en Kiev, Ucrania, en 1911. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, su madre, Leda (italiana) y él se refugiaron en Roma. Tras más de un año sin noticias de su marido, Leda vuelve a Kiev con su hijo en 1920. Tras un duro periplo por la ciudad se entera en un albergue para refugiados y desplazados, en el puerto de Odessa, que su marido, profesor de universidad, había sido “fusilado por los rojos”. Serán tiempos duros, de campo de refugiados en campo de refugiados hasta llegar a Trieste en 1923. Sin nada, ni nadie. Saldrán adelante. Scerbanenko consigue la nacionalidad italiana y pasará a llamarse Giorgio Scerbanenco. Vivirán un tiempo en Roma y en 1927, con dieciséis años, se trasladarán a Milán. Su primera noche en Milán transcurre en la central de correos. El único edificio de la ciudad abierto veinticuatro horas. Scerbanenco aprenderá el oficio de tornero y ganará un salario de subsistencia. El tiempo libre lo empleará en escribir y leer filosofía. Al año de su llegada a Milán, su madre ingresará en un hospital y en agosto de 1929 morirá de un tumor. Scerbanenco, con diecisiete años, es ingresado por malnutrición en una residencia. Encadenará diferentes empleos hasta que en 1934 su suerte cambia. Entra a trabajar en la editorial Rizzoli. Durante tres años escribirá cuentos, artículos culturales, una novela por entregas, relatos policíacos… En 1937 pasará a la editorial Mondadori, donde trabajará durante cinco años. En 1943 con el bombardeo de Milán (estamos en plena Segunda Guerra Mundial) huye a Suiza con un amigo. Un detalle: El amigo lleva un revólver, él lleva una bolsa de mano con las cuartillas de una novela de amor.
Con esta vida y esta determinación, estaba claro que Scerbanenco había de convertirse en el escritor de novela negra que deseaba, pero aún le quedaba un camino por recorrer. De ello da fe sus más de treinta y dos pseudónimos (Valentino, Adrian, Luciano, Jean-Pierre Rivière…) para firmar sus novelas del oeste, de ciencia ficción, de amor… Un Simenon a la italiana. Sólo que en Italia, primero por la censura fascista que impedía que hubiera en suelo patrio asesinatos, suicidios, homicidios… y luego porque se consideraba que si no eras estadounidense no podías escribir novela negra, Scerbanenco no daba con el escenario adecuado. De hecho, en los años cuarenta escribió con pseudónimo novelas ambientadas en Boston con un protagonista particular: el archivero de la policía Arthur Jeling ¿Archivero? Un buen truco cuando no se conoce la ciudad y el protagonista ha de resolver los casos sin salir del edificio.
Casi dos décadas después sus historias tendrán como protagonista su ciudad de adopción: Milán. Sin embargo, no el Milán del boom económico de los años sesenta, la capital moral y económica de Italia, sino su cara B. Describirá un Milán violento, de asesinos a sueldo, gangsters, prostitutas… describirá la periferia, las gentes humildes y los bajos fondos de la ciudad. Un Milán contradictorio de riqueza y miserias, asesinatos, cinismos y doble moral. No habrá investigación o enigmas, sino crónica negra.
En 1968, una película cambiará la concepción del hard boiled. Ese año se estrenará la película “Banditi a Milano” de Carlo Lizzani, donde se cuentan los hechos reales del atraco de un banco en Milán en septiembre de 1967. En esa película se veía cómo la banda en su huida, para entorpecer la persecución de la policía, dispara sobre los conductores y paseantes. La imagen romántica de la mafia, la criminalidad de “baja intensidad” se hizo añicos. Milán era como el Chicago de Al Capone.
El estilo de Scerbanenco es seco, sin concesiones, ni ambiciones literarias. Los personajes son trazados con dos o tres apuntes. Los diálogos son lacónicos, directos. No es Hammett, ni Chandler. Es Scerbanenco.
¿Qué recomendarles a quien no le conozcan? Mi primera recomendación sería la colección de relatos “Milán, cálibre 9” (1969) o la primera novela de la serie de Duca Lamberti “Venus privada” (1966). Por cierto, fue el primer escritor italiano en pensar, en los años sesenta, en un personaje serial.
Por último, como curiosidad, cuando le sorprendió la muerte en 1969, dejó apuntes y esbozos de tres historias. La familia de Scerbanenco ofreció a varios escritores italianos la posibilidad de terminarlas, entre ellos Carlo Lucarelli (quien se dedicó a la literatura por un relato de Scerbanenco), Andrea G. Pinketts y Andrea Camilleri (el autor del inspector Montalbano) Ninguno de ellos se atrevió a llevar a término ninguna de las tres novelas.
Fuentes:
http://www.mangialibri.com/speciali/giorgio-scerbanenco
https://giacomoverri.wordpress.com/2018/08/22/le-affascinanti-vite-di-giorgio-scerbanenco/
https://elpais.com/cultura/2013/06/23/actualidad/1372015515_395736.html
“L´arte poliziesca di Scerbanenco” Fausto Boni PM edizioni (2015)
https://ricerca.repubblica.it/repubblica/archivio/repubblica/1990/08/04/delitto-all-italiana.html
©Artículo: Vicente González, 2020.
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