Entrevistamos a JUANJO BRAULIO

Antonio Parra | Murcia

Sucios y malvados, la nueva novela de Juanjo Braulio, es una prueba de fuerza, una creación titánica con varias tramas tan complejas como la prostitución, la venganza, la corrupción o la imposibilidad de impartir justicia. De todo ello hemos hablado con el autor valenciano en esta entrevista.

Antonio Parra Sanz


 

 

Juanjo Braulio nació en Valencia en 1972. Está graduado en Enseñanzas Artísticas por la Sankt Eskils Skola de Eskilstuna (Suecia) y es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Politécnica de Valencia. Periodista y escritor, empezó su carrera en la delegación valenciana de Diario 16,  desde donde pasó a Las Provincias, diario en el que fue redactor de Medio Ambiente, Municipal, Política y jefe de Opinión.

Posteriormente fue jefe de Informativos de Ràdio Nou y colaborador del Suplemento Semanal (Grupo Vocento), la agencia Colpisa y el diario ABC. Un compendio de sus columnas de opinión fue publicado en forma de libro con el título La escalera de Jacob. También es autor de En Ítaca hace frío, un libro de viajes sobre Suecia.

Después de años contando verdades que parecían mentira, con El silencio del pantano, su primera novela, decidió que era tiempo de contar mentiras para decir verdades. Ahora regresa con Sucios y malvados.


 

Una trama compleja de nuevo con Valencia como fondo, ¿tanto atractivo tiene la ciudad para la novela negra?

Pienso que la novela negra habla más de la gente (o, mejor dicho, de la mala gente) que de las localizaciones concretas. No obstante, Valencia, como todas las ciudades portuarias, tiene ese punto canalla y oscuro que la hace, en mi humilde opinión, irresistible como escenario literario. Además, creo que la literatura española tiene una pequeña deuda con las periferias de los grandes centros urbanos que, afortunadamente, empieza a ser saldada y ahí están las obras de Pere Cervantes, Nieves Abarca, Claudio Cerdán, Agustín Martínez, Santiago Álvarez o Luis Roso como ejemplo.

¿Cómo se las ha apañado para manejar varias tramas paralelas sin que el ritmo narrativo se haya resentido?

¡Pues como he podido! (ríe) Bromas aparte, ha sido un auténtico reto que, honestamente, ha puesto al límite mis habilidades como escritor. Quería escribir una novela negra coral –lo cual no es lo habitual ya que el género siempre ha transitado tradicionalmente con la figura del detective solitario y, por tanto, muy centrado en un solo personaje– donde la historia se completara como si fuera un tapiz con muchos hilos de colores que convergen hacia, como no podía ser de otra manera, el negro.

¿Puede ser la venganza un motor que haga funcionar a un alma durante toda una vida?

Depende de la ofensa que motive el rencor y el deseo de revancha. Es posible olvidar la pelea que tuvimos cuando éramos niños con un compañero de la escuela a cuenta de un balón o incluso que el paso del tiempo borre los malos ratos que nos hizo pasar un determinado jefe en nuestro trabajo. No obstante, cuando hablamos de un delito grave, de un verdadero zarpazo salvaje e irracional como un atentado terrorista, que te maten a un hijo o hija o un asesinato machista, la cosa cambia. Ahí la pregunta de cuándo es justa la justicia y cuándo no lo es se hace más presente y la línea que separa el bien y el mal se hace más borrosa.

En los miembros de las fuerzas del orden presentes en la novela se nota a veces un cierto aire de resignación, ¿es así?

Posiblemente. Hablé con muchos policías y todos ellos coinciden en que el sistema español es tan garantista que se las ven y se las desean para pillar a los malos. Además, la reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ha creado no pocos problemas a la Policía y la Guardia Civil. Solo en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, hay más de un centenar de casos de homicidios sin resolver, no porque las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado no sepan quién lo hizo, sino porque no han podido demostrarlo o porque los abogados de los delincuentes han aprovechado mejor las grietas del sistema. Ahí está la Tigresa de ETA que habrá penado con menos de un año entre rejas su veintena de asesinatos. Por poner sólo un ejemplo.

¿Existe realmente la “baraka”?

 ¿Cómo si no te puedes explicar determinadas cosas que podemos leer en los periódicos cada día? Las secciones de Política están llenas de casos que sólo se entienden desde la más absoluta irracionalidad mezclada con la pura y simple potra. El azar y la suerte son elementos fundamentales de la vida, más incluso que la preparación o la cuna. Sin embargo, preferimos no verlo así porque las consecuencias son demasiado aterradoras.

¿Qué tiene la prostitución para ser algo tan antiguo y que parezca incapaz de desaparecer?

Demanda. Mucha demanda. La carne humana femenina y joven es la materia prima más demandada y más rentable del mundo. No hay prostitución porque haya prostitutas sino porque hay clientes dispuestos a pagar por sexo. Y esto último no quiero que sea tomado como un sermón moral ni para abrir un debate sobre si la prostitución debe ser legal o no, sino como ejemplo de una realidad que se sujeta con números: las mafias de la trata pagan 20.000 euros por una mujer joven de África o de la Europa del Este para prostituirla porque recuperarán la inversión en tres meses, lo cual implica que cada mujer debe hacer, al menos, cinco servicios al día a 50 euros cada uno, de media. En el año 2015, los españoles se gastaron 500 millones de euros en entradas de cine y más de 3.200 millones en irse de putas. Solo en Valencia, donde se desarrolla Sucios y malvados, más de 1.600 mujeres se dedican a la prostitución y se calcula que más de la mitad de ellas lo hacen a la fuerza.

¿Cómo se le ocurre conjugar, si es que se puede, devoción con comercio carnal?

Si te refieres a esa capilla clandestina donde las meretrices rezan a la Virgen de las Rameras, la devoción tal y como se entiende en términos más generales tiene poco que ver. Una de las maneras por las que las mafias de la trata de mujeres (en especial, las africanas) controlan a las prostitutas es mediante rituales de vudú y magia negra relacionados con la religión orisha y la santería. Por ese motivo, unos determinados personajes de la novela deciden utilizar las mismas armas que los proxenetas (los cultos) para ayudar a esas mujeres. Hay que tener en cuenta que muchas de ellas no acuden a la Policía ni a los Servicios Sociales porque están convencidas de que el poder de las autoridades no tiene nada que hacer contra el poder mágico de los babalawos y las brujas que, según ellas, las han hechizado. Parece extraño, pero está ocurriendo aquí y ahora, en pleno siglo XXI.

Hay ciertas clases sociales que no salen muy bien paradas en la novela, ¿hay tanto que ajustar todavía en la novela negra en la referente a la crítica social?

La novela negra, si está anclada a su tiempo (otra cosa es que sea histórica o cualquier otro híbrido) y a su contexto fija su mirada sobre aquellos aspectos de la sociedad que están entre tinieblas. De ese proceso, inevitablemente, surge lo que puede ser considerado como crítica social. Además, conviene no perder de vista la verosimilitud en el sentido de que nadie se creería una narconovela al estilo de Don Winslow en Murcia, o un caso noir de aroma nórdico en Alicante. Nuestra delincuencia tiene que ver con el tráfico de drogas, la prostitución, la corrupción y los robos más que con psicópatas, grandes batallas entre clanes de narcotraficantes o asesinatos premeditados.

¿A qué se da más importancia en la novela, a la justicia o a la ley?

Creo que uno de los motores narrativos de Sucios y malvados es la eterna dicotomía entre ley y justicia, o, expresado de otro modo, plantea la pregunta sobre en qué circunstancias, ya que no se cumple la ley, es necesaria otra manera de hacer justicia.

Hablemos del “noir” valenciano, o incluso levantino, ¿a qué se debe el auge que está viviendo últimamente?

Quizá porque como el sol es tan potente en esta parte del mundo, las sombras que proyecta son, necesariamente, más negras. Además, como estamos abiertos al Mediterráneo con nuestros puertos y puerto es puerta, por ahí entra todo lo bueno y todo lo malo.

Imagino que el esfuerzo para crear esta novela habrá sido titánico, ¿qué planes literarios le aguardan ahora?

Creo que primero me toca un merecido descansito (ríe) y, después, algo más pequeño. Me ronda la cabeza una historia con muy pocos personajes confinados en un espacio reducido, o una pequeña comunidad donde todo el mundo se conoce o cree que se conoce. Por ahí va la cosa.

Convenza a alguien que no le conozca para que lea Sucios y malvados.

Para que así sepa el porqué un hombre al que le acaba de tocar la lotería hace lo que hace mientras otro aparece ahorcado justo en el lugar donde se levantaba el cadalso que guardaba la puerta al barrio de los burdeles por el que la ciudad era famosa en toda Europa entre los siglos XIV y XVIII. Mientras tanto, en un edificio abandonado en la playa de la Malvarrosa, un grupo de meretrices acude, cada noche, a rezar desesperadas a la capilla de la Virgen de las Rameras. Entretanto, un abogado sin escrúpulos, un músico con la mente rota por una infancia infernal, cuatro mujeres que decidieron dejar de ser víctimas para convertirse en verdugos y un fugitivo sin nombre ni humanidad pululan por las calles donde la inspectora de Homicidios Roma Besalduch intenta resolver, como puede, un puzzle diabólico

 

© Solo Novela Negra. 2017. Todos los derechos reservados.

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