Entrevistamos a JUAN MATTIO
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A cuarenta años de la muerte y desaparición del escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh en Solo Novela Negra entrevistamos al escritor Juan Mattio quien junto con el escritor Ferrari dan un taller sobre el autor para que nos cuente sobre el legado literario y periodístico de Walsh.
Guillermo Anderson. Argentina
Juan Mattio nació en 1983 al oeste de la Provincia de Buenos Aires.
Fue co-editor de la revista literaria “Juguetes Rabiosos”. Después tuvo un breve pero aleccionador paso por el periodismo policial y judicial. En el 2014 empezó a dar clases en la Facultad de Periodismo de la UNLP.
Su novela “Tres veces luz” obtuvo una mención en el premio Casa de las Américas (Cuba) en 2015. Escribió a cuatro manos con Kike Ferrari “Punto ciego”, novela negra que fue editada por Vestales ese mismo año.
Es hincha de Racing, le gusta la música de Tom Waits y la ética de Kafka. Vive, ama y escribe en Buenos Aires.
¿Cuál es la importancia de Rodolfo Walsh en la Literatura Argentina?
No sé si conviene hablar de importancia en literatura. La pregunta sobre el valor es compleja y, a veces, un poco tramposa. Creo sí que nuestra literatura estuvo marcada, en la primera mitad del siglo XX, por la presencia de Borges y Arlt. Esas dos figuras en tensión son las que mejor sintetizan los debates y las poéticas de esa etapa. Walsh –junto a Saer, Puig y Piglia- son el resultado de ese cruce o enfrentamiento y a su vez ellos representan las tensiones de la segunda mitad del siglo. Desarrollan sus literaturas en rechazo o en continuidad a uno de esos escritores -cuando no a los dos- y proponen caminos posibles para muchos escritores que llegan después.Walsh es, también, quien ensaya una respuesta extrema al problema de cómo se relacionan literatura y política. Esa respuesta –que de ningún modo fue la única que dio su generación- se transformó en modelo. No fue su responsabilidad, el modelo lo construyeron las generaciones posteriores. En su literatura vemos objetos muy diferentes, todos ellos complejos y muy meditados: desde la novela de no ficción a los cuentos policiales de Variaciones en rojo, de la serie de los irlandeses a los relatos joyceanos como Cartas o Fotos. Vale decir, lo que el tiempo transformó en una respuesta cerrada el propio Walsh parece haberlo dejado en estado de pregunta. Incluso en sus últimos días se mezclaron la escritura de la Carta Abierta a la Junta Militar y la escritura de un último cuento de ficción que fue robado por la patota que asaltó su casa clandestina en San Vicente.
¿Cómo es su participación en el género policial argentino?
Walsh empieza publicando en 1953 Variaciones en rojo que son tres cuentos en la tradición del policial de enigma. Esa primera aproximación no es sólo desde la ficción. En 1954 publica un ensayo en el diario La Nación con el título “Dos mil quinientos años de literatura policial”. También desarrolla tareas de traductor y es el compilador de la antología Diez cuentos policiales argentinos. Durante todos esos años mantiene correspondencia con Donald Yates que es un especialista en literatura sudamericana (fue el primer traductor de Borges al inglés) donde el género policial está muy presente. Esas cartas son muy útiles para entender qué piensa Walsh del género, la política, el periodismo en los años previos a Operación Masacre.La esfera de la inteligencia abstracta se rompe en 1956 cuando recibe la noticia del fusilado que vive. Él mismo dice que recién entonces comprendió que existía “un amenazante mundo exterior” y que tuvo que abandonar el club de ajedrez para vivir bajo un nombre falso, con un documento adulterado, armado y perseguido por la policía de la provincia de Buenos Aires. Esa transformación lleva el nombre de Operación Masacre. Podríamos decir que Walsh sale del policial clásico hacia el género negro de un modo particular, él mismo se convierte en detective y descubre que la cadena, detrás de cualquier crimen, es siempre económica o política (la diferencia es, en el fondo, sólo analítica).
En cuanto a su rol como periodista en la agencia cubana Prensa Latina ¿Cómo es su rol en Latinoamérica?
Es una pregunta difícil. No tengo claro el rol de Walsh en Latinoamérica ni su influencia. Es claro que sus ideas se oponen a la literatura del boom y las poéticas que se desprenden de ahí. Y entiendo que la revolución cubana fue para él –y para toda su generación- el evento político que lo modificó todo y permitió pensar que una revolución social era posible en nuestro continente. Si Operación Masacre fue el hecho personal que transformó su imaginario político, lo mismo podría decirse de la revolución cubana como hecho colectivo. Después está su relación con Jorge Masetti, la figura del Che que órbita alrededor de Prensa Latina, el ejercicio del periodismo en el marco del proceso revolucionario, su experiencia como criptógrafo en la invasión yanqui a Playa Girón. Todos hechos fundamentales aunque es difícil saber qué significaron para él y para su escritura.
¿Se podría decir que es uno de los precursores del Nuevo Periodismo con su libro “Operación Masacre?
Se podría decir, sí. La pregunta es qué serie se arma detrás del rótulo “nuevo periodismo”. Creo que hay propuestas muy diferentes en ese conjunto de textos y autores. Si con nuevo periodismo queremos decir utilizar los procedimientos técnicos de la literatura para organizar el material verídico que resulta de una investigación periodística, entonces sí. Pero creo que para Walsh el nuevo periodismo era, además, un uso político de la circulación de ese material. Walsh descubre, con Operación Masacre, que es probable que nunca gane el premio Pulitzer –como él soñaba en un primer momento- pero que tal vez logre algo más importante: construir relatos de suma importancia para la clase trabajadora y sus organizaciones. Operación Masacre es un artefacto de mucha complejidad porque producción, circulación y recepción están alteradas y se contaminan unas a otras. Eso, según entiendo, no está ni en el trabajo de Capote ni en el de Tom Wolfe. Y tampoco lo encuentro en quienes se reclaman herederos periodísticos de Walsh.
La vigencia de “La Carta Abierta a la junta militar” ¿Podría contarnos un poco sobre ese texto
Me interesa de la Carta Abierta algo que podría definir a Walsh: la eficacia periodística nunca está desligada de la noción de estilo que viene de la literatura. Es decir, la urgencia por difundir una información puede imponer su lógica al texto pero nunca destierra la búsqueda por la forma más adecuada en la escritura. Giros retóricos como “lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades” son producto de una búsqueda en la verdad del lenguaje y no sólo en la verdad de los hechos.
¿Cómo es su influencia de Rodolfo Walsh? ¿Cuál fue su primer acercamiento a la lectura de sus libros?
Leí por primera vez a Walsh después de la crisis política del 2001. Mi puerta de entrada a su trabajo fueron las novelas de no ficción. Leía esos libros en el marco de la militancia política y tardé mucho en pensarlo dentro del sistema que conocemos como literatura argentina. Mi primera representación –ahora entiendo que muy equivocada- fue la de un escritor de ficción que había dejado de escribir para dedicarse al periodismo. Me llevó años –y lecturas- volver a encontrarme con él. Durante el año 2013 fui a escuchar una clase de Ricardo Piglia en el teatro San Martín. Su lectura –como casi siempre pasa con Piglia- lo cambió todo. Entendí la profundidad y la audacia del proyecto de Walsh, volví a pensarlo como un escritor que intentó renovar la novela desde las fronteras del género y que dio respuestas a los grandes debates de su generación. Desde entonces es una presencia casi cotidiana. Lo leo, lo pienso y me dejo impactar por su literatura en todo momento. Es uno de los escritores que tengo más presentes –junto a Borges y al mismo Piglia- dentro de la tradición argentina.
¿Podría contarnos sobre el Taller que dicta junto con el escritor Kike Ferrari sobre el autor?
Este año se cumple 40 años del asesinato de Walsh y 60 años desde las primeras publicaciones de Operación Masacre. Los números redondos pueden no significar nada pero a veces sirven como excusa para hacer trabajar la memoria. Con Kike creímos que después de muchos años de acumular lecturas y discusiones en torno a Walsh estábamos en condiciones de ofrecer un espacio para pensar su literatura. Pensar con él y discutir con él, estamos convencidos de que esa es la mejor forma de recordarlo. De modo que nos juntamos dos horas y una vez por semana durante todo un mes a compartir con otros nuestra lectura de su trabajo.
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