Entrevista a Jorge Eduardo Benavides
Tras haber coincidido en Getafe Negro, el escritor peruano Jorge E. Benavides, autor de la premiada ‘El asesinato de Laura Olivo’, es entrevistado por Jesús Zaplana, director de Solo Novela Negra
ENTREVISTA A JORGE EDUARDO BENAVIDES PARA SOLO NOVELA NEGRA
Por Jesús Zaplana García
- ‘El asesinato de Laura Olivo’ nos asoma a una trastienda literaria cainita, repleta de odios, rencores y egos desmedidos… ¿Se ajusta ese retrato a la situación real?
No; hay que tomarlo como una parodia, una suma de circunstancias y sobre todo una galería de tipos de escritores y editores. La realidad, como todas, es mucho más anodina. Lo que sí es cierto es que el escritor es un tipo de trabajo que genera muchas emociones, porque uno está pensando siempre en publicar, en si puede ganar un premio, etc., y todo ello genera un carrusel de emociones.
- A lo largo de la novela encontramos diversos guiños a otros escritores: (Marcelo) Luján, (Carlos) Salem, etc. ¿Se ha cruzado también alguna suerte de Laura Olivo en tu camino?
No, de hecho, la primera persona que leyó la novela fue mi agente literaria… Sí es cierto que Carlos Salem —que es un gran amigo— sale con su nombre real, al igual que Jorge Edwards. El resto son tipos que uno puede encontrar: el escritor maldito, el procaz…Por ejemplo, me interesaba mucho trabajar con el tipo del escritor triunfador, al que se le suele asociar el sentimiento de cuanto más éxito tiene, más sospechoso es… Con los agentes literarios sucede lo mismo: son la imagen que podemos tener y varía en función de nuestra propia fortuna.
- Tu personaje central, ‘Colorado’ Larrazabal es, cuando menos, chocante: ex policía limeño que reside en Lavapiés, de raza negra pero de padre (y apellido) vasco, en relaciones con una chica árabe a espaldas de la familia de esta… ¿Cómo se gesta este personaje del ‘Colorado’?
En realidad era un personaje que ya existía. Lo incluí en una publicación en Lima, hace años, en una novela pequeñita. Yo nunca había escrito género policial. ¿Por qué lo hice así? Al vivir tantos años fuera de Perú, mi lenguaje había cambiado, y pensé que me sentiría más cómodo con un personaje que tuviera algún vínculo con España. La novelita se tituló ‘El último caso del Colorado Larrazabal’ (lo titulé así precisamente para no caer en la tentación de convertirlo en una serie). Es como si Arthur Conan Doyle empezara la serie de Sherlock Holmes por la muerte de su protagonista. Sin embargo, el Colorado se quedó ahí, flotando, y parecía que había una historia pendiente de contar. También el personaje de Laura Olivo viene de otra novela: ‘Un asunto sentimental’, una novela que no es policial, aunque sí de escritores, y en la que también aparecen muchos personajes que son amigos míos. Así, se unieron estos dos personajes que ya tenía: el policíaco, y la historia de Laura Olivo.
- El ex policía muestra sus uñas cuando la situación lo requiere, pero también es tierno con su ‘Morita’, Fátima. ¿Qué aporta la chica árabe a nuestro protagonista?
Como es sabido, en Lavapiés convive gente de todo el mundo. Si Larrazabal vive allí, siendo un inmigrante como todos en ese barrio, no me pareció extraño que se enamorara de personaje como el de Fátima, que es muy sugestivo y representa a la perfección ese crisol. Además, Fátima es una chica árabe, marroquí, de familia tradicional pero también con influencias europeas, e incluso gusta de la literatura hispanoamericana (cosa que ayuda a Larrazabal, que no es en absoluto un gran lector).
- Un peruano emigrado a España. ¿Terminan aquí las coincidencias entre el autor y su personaje, o podemos encontrar algún otro rasgo tuyo en la personalidad de Larrazabal?
No, en realidad no (hay más rasgos coincidentes), ni me lo he planteado tampoco. No hay mucha similitud entre la forma en que yo recalé en España y la suya; aunque creo que el caso del Colorado hoy en día cada vez es más normal. La gente ahora es de aquí y de allí, sus padres de uno y otro sitio… Es un fenómeno que ha llegado a España hace relativamente poco tiempo, y que, como en otros campos, en unos pocos años los apellidos de los escritores españoles dejarán de ser sólo Fernández, Martínez o González, porque se incorporarán inmigrantes de segunda generación. Y Larrazabal es uno de esos tipos. Lo que ocurre es que todo el mundo se ríe al conocer sus orígenes vascos, y paradójicamente el único que lo acepta sin burlarse es un vasco. A quien es de verdad de un sitio no le importa que otro diga que también lo es, no necesita reivindicarse.
- Lavapiés capitaliza los escenarios de la novela. Tras los incidentes sucedidos en el mes de marzo en este barrio madrileño que acoge a un crisol de culturas, ¿se ha regresado a una situación de normalidad? ¿Debería combatir nuevos reparos y prejuicios de sus convecinos el ‘Colorado’, por el color de su piel?
Seguramente, sí. Él viene, además, de una sociedad que es terriblemente racista y clasista, y se siente mucho mejor al venir a España. En cuanto a Lavapiés, creo que es un ejemplo de convivencia —salvo hechos muy puntuales—. A priori es un polvorín: cuando vive mucha gente de lugares tan dispares y en condiciones más o menos precarias, todo se hace muy difícil. Pero aún así yo creo que España es un ejemplo de convivencia y de aceptar a la gente que viene de fuera, como no sucede en muchos sitios de Europa. Recuerdo que, tras los sucesos del 11-M, pensé que serían linchados los musulmanes de Lavapiés, y en cambio no sucedió nada. Así que los españoles, que tan dados son a criticarse, deberían tener muy claro que son una sociedad sumamente tolerante y respetuosa. Y esa es la sociedad que se encuentra el Colorado Larrazabal.
- Fue un auténtico placer compartir mesa de debate contigo en Getafe Negro, el pasado 16 de octubre. ¿Cómo valoras la experiencia vivida en el festival?
Me pareció fantástico. Yo, como no suelo escribir novela negra, sólo había sido invitado este año a Gijón, en la Semana Negra, y luego a Getafe. Tenía mucho interés en asistir y me pareció absolutamente enriquecedor. Es un festival que tiene un gran prestigio y además una prometedora proyección. Lo sé porque me lo preguntaron en Miami (Jorge E. Benavides acaba de regresar de un evento literario allí). Hay mucho más detrás de la figura de Lorenzo Silva —a propósito, una bellísima persona—, además de darle caché y servir de estandarte al festival: Getafe Negro funciona por el equipo que hay detrás.
- En tu opinión, ¿cuáles son los factores que propician el gran interés que suscita el género noir dentro de la literatura actual?
Creo que estamos viviendo a rebufo del boom de la literatura negra escandinava. Esto ha supuesto el florecimiento de un género que siempre ha existido, y que ahora cultivan muchísimos escritores. Yo jamás me he planteado escribir en un determinado género: sencillamente, salió. Hay muchos escritores especializados en novela negra, y otros que, coyunturalmente, la escriben ahora. Ahora bien, también creo que será una moda y quedarán los autores que, en función de su calidad, deban perdurar.
- Con ‘El asesinato de Laura Olivo’ efectúas tu primera incursión dentro del género negrocriminal. ¿Podemos esperar nuevas aventuras y desventuras de tu ex policía Larrazabal?
No lo sé aún, aunque siento que ahí falta algo: quizá el Colorado vaya en busca de sus orígenes. No obstante, no me obsesiona. Actualmente estoy terminando una novela, y tengo a medias otra más… Pero seguramente, en algún momento, lo retomaré.
Muchas gracias.
Texto: © Jorge Eduardo Benavides y Jesús Zaplana García, 2018.
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