Entrevista a Carlos Bassas del Rey por Beckett & Hawk
SOLO NOVELA NEGRA llama a la puerta de Carlos Bassas, un escritor que nos lleva por la senda de la literatura hacia la novela negra. Un escritor que ya forma parte de ese grupo de elegidos a los que nunca hay que renunciar, porque su forma de ver la vida ha transformado sus libros en un decálogo de palabras que consiguen penetrar en el alma del lector. Ganador del premio Hammett en la actual edición de la semana negra de Gijón.
- SOLO NOVELA NEGRA – Hemos visto que Carlos Bassas está muy unido al mundo de la imagen. ¿Una imagen vale más que mil palabras?
- CARLOS BASSAS – También el mundo de la imagen —el cine en especial— se reduce a palabras, a lo que un guionista escribe en un papel. Las palabras son capaces de hacer estallar un millón de cosas en la mente del lector. Siempre he pensado que si eres capaz de lograr eso, remover, emocionar, con la escritura, es que lo estás haciendo bien. Por eso trato de ser tan preciso con los sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios que uso. Por eso y por su sonoridad. Si son las correctas, no necesitas muchas palabras para contar lo que quieres.
- SNN – También ha estado unido a la semana negra de Pamplona ¿Qué opina de la multitud de certámenes de novela negra que se han ido extendiendo por nuestro país?
- CB – Voy a usar una respuesta que le escuché a Lorenzo Silva al respecto: nadie se queja de que haya centenares de campos de fútbol por todas partes, así que bienvenidos sean los festivales. De todos modos, siguiendo con el símil futbolístico, debemos distinguir entre tipos o categorías de festivales, no tanto por su calidad —ahí no seré yo quien juzgue—, sino por su volumen de autores y de público. Al igual que hay festivales de tipo A y de tipo B o incluso C en cine, sucede lo mismo con los de novela negra. Por encima de todos diría que están Barcelona, Valencia, Gijón y Getafe, los 4 grandes por días, número de autores, carácter internacional y tradición; después nos encontramos con Pamplona, Granada, Cartagena, también Cuenca y otra serie de festivales que duran entre 3 y 7 días, y finalmente están los más locales o regionales, que duran un fin de semana. También debemos destacar Salamanca, que es un festival distinto, concebido desde una óptica diferente. Todos, absolutamente todos, aportan algo. Y aún están por aparecer más. Al tiempo.
- SNN – Tiene varios libros ambientados en el Japón del siglo XVII ¿Qué le ofrece como escritor ese viaje a lo inesperado?
- CB – Me libera del universo más oscuro de la novela negra y me permite explorar otro tipo de literatura, una forma distinta de contar historias dirigidas a un lector que nada tiene que ver con el otro, y eso supone un reto. Creo que es bueno, que es sano, que los escritores arriesguemos, que nos salgamos de nuestra zona de confort cada cierto tiempo. También me permite disfrutar del mundo del Japón feudal, de los samurái y de un tiempo que me fascina.
- SNN – Hablar de Carlos Bassas es hablar de novela negra: ¿cree usted que hoy en día este género ocupa el lugar que le corresponde en el corazón de los lectores?
- CB – A pesar de lo que suele decirse, creo que el lector clásico y tradicional de novela negra sigue siendo el mismo de siempre. Soy de los que piensa que no existe tal boom en el mundo de la novela negra; lo que existe es un boom en sus periferias —es una indicación puramente geográfica, sin intención valorativa alguna—, en otros géneros como el thriller. Aunque el buen thriller siempre ha estado ahí, lo que sí que veo ahora es un aumento desproporcionado de malos thrillers —la mayoría escritos por gente que jamás ha cultivado el género—, de novelas clónicas, piscineras dirigidas a no lectores, a aquellos que compran y leen uno o dos libros al año; de, como suelo decir, “películas escritas” de las que uno entra y sale indemne, aunque debo decir que, en ocasiones, tras haberse entretenido un buen rato. Pero diría que eso siempre ha estado ahí también, esos libros, y no son exclusivos del género noir. ¿Se lee realmente más novela negra? Preguntemos a los editores y a los libreros y saldremos de dudas.
- SNN – Y ¿Qué es para usted la novela negra?
- CB – Para mí tiene más que ver con una forma de mirar y de entender el mundo que con determinados tipos de personajes o argumentos concretos. Tiene que ver con el desencanto, con cierta desesperanza y nihilismo incluso; tiene que ver con un fatum heredado de la vieja tragedia, con un realismo sucio, con mostrar un mundo en el que la esperanza —la fe— fue lo último que se perdió; con personajes sin salida, con una realidad social y política oscura y corrupta —corrompida— de la que es casi imposible escapar. Y también tiene que ver con un modo concreto de contarla, directa, dura, sin concesiones pero que no debe estar exenta de calidad literaria. Así lo veo yo. ¿Es posible hacer buena literatura desde nuestro género? Absolutamente.
Me libera del universo más oscuro de la novela negra y me permite explorar otro tipo de literatura, una forma distinta de contar historias dirigidas a un lector que nada tiene que ver con el otro, y eso supone un reto.
- SNN – ¿Hay algo diferente en la novela negra de este país que le diferencia de la novela negra que se escribe en Francia, en el mundo anglosajón o nórdico?
- CB – No juzgo por nacionalidades, sino por escritores. Del mismo modo que hay un buen número de novelistas españoles que no se parecen nada entre sí —más allá de escribir desde aquí, historias ambientadas aquí, lógicamente—, también existen muchas diferencias entre los propios franceses, los italianos, los ingleses… Nada tienen que ver Mankell y Läcberg, por ejemplo. Pero sí que es cierto que cada uno escribe desde su tradición, por decirlo de algún modo, y sobre lo que mejor conoce, que es lo más cercano, por lo que siempre podremos tirar puentes, establecer conexiones…, pero diría que es algo más ambiental y accesorio que definitivo. Lo definitivo de verdad es lo que uno lleva por dentro, sea sueco, noruego, italiano, español o francés.
- SNN – ¿La novela negra es un reflejo de esa realidad descarnada que usted dibuja en libros como “Soledad” o “Justo”?
- CB – Para mí, sí. Pero repito una vez más: para mí. Hay escritores que señalan qué es y qué no es verdadera novela negra amparados en la tradición histórica. Y me parece perfecto. La novela negra como tal, el noir, la black novel, el pulp, el hardboiled tienen unas fechas claras de nacimiento —también de defunción para algunos investigadores—, y no seré yo quien lo niegue; están ahí y basta con tener unos mínimos conocimientos para saberlo. Pero no me interesa ir dando certificados de pureza. Al menos como escritor. Eso se lo dejo a los teóricos, a los críticos y a los historiadores de la literatura. Como he dicho, para mí la novela negra tiene más que ver con una mirada, con una filosofía, si prefieres, con un modo de ver y entender el mundo. Pero, por supuesto, me encantan también las novelas negras más canónicas: hardboiled, crook, policial, novela enigma, los whodunit, las más lógico-deductivas… Todas aportan. Lo único que le pido a una novela es que cuente bien una buena historia, no que sea más o menos pura y acorde a los cánones.
- SNN – Cervantes escribió “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias” En sus novelas negras hay un regusto de tristeza, ¿esa tristeza nos convierte en las bestias que usted nos dibuja?
- CB – No creo que dibuje bestias en mis novelas, sino, simplemente, personajes dolientes, rotos, jodidos, al límite, desencajados, desubicados… Quizás se trate de bestias, no lo sé, pero no me gusta considerarlos así porque supone despojarlos de su componente humano, que lo tienen, por muy salvajes que puedan llegar a ser. Creo que eso es lo que más me interesa.
- SNN – Creemos que la novela negra es el territorio de los antihéroes. ¿Cómo son los antihéroes que usted nos presenta? ¿Cree en ellos?
- CB – No sé si los llamaría antihéroes; quizás Justo sí lo sea, pero no Soledad, dudo acerca de Romero. Quizás mis lectores tendrán una visión más acertada que yo, que los he escrito, aunque pueda parecer contradictorio. Porque, cuando escribo, procuro desprenderme de todo el corpus teórico que acumulo en mi cabeza, aunque es imposible renunciar a él por completo. Quizás por eso procuro huir, al menos mientras tecleo, para que no me queden personajes canónicos. El problema de los arquetipos es que, si uno no se aleja lo suficiente, acaban pareciéndose unos a otros y eso hace que tu novela y tus personajes carezcan de una identidad propia; cuando eso sucede, tendemos a buscar alguna característica rocambolesca que los diferencie de otros —taras físicas, aficiones extrañas, tics, tocs, manías más o menos exóticas…—, y eso nos conduce peligrosamente al abismo del ridículo. Una vez hice un juego con otro escritor: dotar a un personaje de novela negra de alguna característica que nadie le hubiera dado hasta ahora… ¡y fuimos incapaces de encontrarla!
Para mí, sí. Pero repito una vez más: para mí. Hay escritores que señalan qué es y qué no es verdadera novela negra amparados en la tradición histórica.
- SNN – En la revista tenemos un hashtag que es #SNNFrasesnegras, ¿Nos regalas una?
- CB – “Guárdate de los silenciosos, de los mudos, de los tibios, de los gilipollas que piensan que las púas de las alambradas son capullos a punto de florecer”.
Carlos Bassas tiene una forma de escribir que cautiva al lector de la novela negra, una forma que nos arrastra por sus libros desde la primera página. Porque Carlos Bassas tiene su peculiar manera de contar las historias, una manera que nos permite entender que siempre hay detrás de un gran escritor grandes libros que devorar. Porque los lectores de novela negra somos caníbales especiales y ya no nos sirve cualquier carne.
Entrevista: © Beckett & Hawk, 2019.
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