En la mente del asesino por Natalia Gómez
Convertirse en la víctima solo depende de una cosa, de la mente del criminal.
Por fin, puedo deshacerme de la barriga de silicona que simula mi embarazo. Ya no la voy a necesitar. Ni esta, ni las de menor tamaño que me han ayudado a urdir la mentira que llevo arrastrando desde hace años.
Todo está preparado. Las maletas hechas y mi nuevo destino elegido. Un último traslado. A lo largo de mi vida han sido muchos. Estaba obligada a realizarlos para mantener mi estado y que mis vecinos no sospechasen.
La ciudad me gusta. La vida es tranquila. Lo que necesita una madre soltera como yo.
Mi amiga descansa inconsciente en el suelo de la habitación. Su embarazo está a término, lo que significa que el bebé puede llegar en cualquier momento.
He esperado al final para llevar a cabo mi plan.
La agarro por las axilas y tirando de ella consigo alzar medio cuerpo hasta la cama. El plástico que la cubre por completo hace que se resbale y que necesite varios intentos. Coloco las piernas que cuelgan y la observo. Acaricio su barriga intentando contactar con mi bebé.
No hay tiempo que perder. No me gustaría que despertase antes de comenzar.
Ato sus muñecas asegurándome de que no podrá soltarse. Repito la operación con los pies. Corto dos trozos de cinta americana y sello su boca. Es posible que el dolor le devuelva la consciencia y no quiero que comience a gritar.
Qué fácil es forjar amistad con una embarazada si estás en su situación.
Había pensado en un parto natural, pero el tiempo apremia y no quiero alargar mi estancia aquí.
Ruego para que el efecto de la droga se mantenga, no pretendo que sufra.
Desinfecto la piel. El pulso no me tiembla al hacer la incisión que abre el abdomen y llega hasta el útero.
Veo a mi bebé. Con cuidado lo saco del vientre. Corto, ato el cordón y lo pego a mi pecho desnudo para que sienta mi corazón.
Las lágrimas resbalan por mi rostro humedeciendo su preciosa carita. Eres mi hijo. El que tanto sufrimiento me ha costado tener.
No sé el tiempo que hemos permanecido así. Piel con piel, madre e hijo. Sellando ese vínculo que se mantendrá durante toda la vida.
Los dos salimos de esa habitación que huele a sangre y a muerte. Lo lavo con cuidado y lo visto. Preparo un biberón que calme su hambre.
Se duerme entre mis brazos y con cuidado lo deposito en un pequeño moisés. Me duele separarme de él, pero tengo trabajo que hacer.
Regreso a la habitación. Con cuidado me acerco hasta ella. Busco un pulso que no encuentro y me alegro al no ver un signo de dolor en su cara. Se ha ido en paz.
El agujero la espera en la parte trasera de la casa. He tardado más de una semana en cavarlo. Debía ser lo bastante profundo para que el olor a descomposición no llamase la atención.
Lo de envolver el cuerpo en un plástico lo saqué de un película o de alguna serie de televisión. Es más limpio.
Arrastrarlo me supone un gran esfuerzo. Pronto, noto las gotas de sudor perlando mi frente. Con un pañuelo, las voy secando antes de que caigan al plástico, no quiero dejar pruebas de ADN.
Una vez en el jardín, la hago rodar para alcanzar su tumba. Un sonido áspero acompaña el impacto del cuerpo sobre la tierra. Cubro el agujero y añado varias flores que compré hace unos días. Un pequeño homenaje en su recuerdo.
Termino de limpiar la casa.
Meto la ropa manchada en una bolsa. Me desharé de todo más adelante, lejos de aquí.
Cargo las maletas en mi coche y con cuidado aseguro a mi hijo en el asiento del copiloto.
La distancia con mi vida anterior aumenta conforme me separo de la casa. Al observar a mi bebé que duerme plácidamente, puedo al fin sonreír.
Verdad o Ficción, Matan a una joven embarazada para hacerse con su bebe (noticia extraida de lasexta.com)
©En la mente del asesino, Natalia Gómez, 2020.
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