El existencialismo en la novela negra por Beckett & Hawk
Volver a releer a Sartre nunca cae en saco roto, volver a sus palabras me hacen reafirmarme en la idea que el existencialismo impregna con una capa de pintura penetrante la esencia de la novela negra. Porque a igual que en la corriente filosófica hay una concepción pesimista de la vida y del ser humano, hay una reflexión sumergida entre las capas de palabras de una búsqueda del sentido de la existencia humana, de la emoción, de la individualidad.
La novela negra vive de la continua reflexión en torno al destino del ser humano, de las decisiones que toma y de los actos que acomete. Porque la vida, repleta de contradicciones, siempre se enfrenta a la razón, y la razón a la subjetividad. La novela negra es una tendencia a abandonar la razón para buscar la libertad del individuo. Una libertad que a veces se traduce en liberar aquellos instintos salvajes que se despiertan en nuestra alma y que acaba llevándonos por caminos insospechados.
La frase “El infierno son los otros” es del célebre filósofo existencialista Jean-Paul Sartre y está en una de sus obras de teatro llamada “A puerta cerrada”. Y es una frase que se adapta perfectamente a la novela negra, donde el concepto los “Otros” toma un valor casi metafísico. Son los otros los que describen el infierno que vive el asesino, son los otros los que como intrusos se oponen al poder absoluto que representa la muerte en manos de su ejecutor. Son los otros los que el criminal quiere mantener lejos de sí, sometidos a sus deseos, porque son los otros los que tienen la capacidad de ver lo monstruoso de su alma.
En el detective, “los otros” toman otra dimensión, donde el infierno se encuentra en los otros, y es allí donde tiene que rebuscar para encontrar la puerta final que tiene que abrir, porque sabe que el mal se encuentra a veces también lejos de sí. El detective quiere ser la mirada que todo lo ve y que no es vista por nadie. Pero a veces alguien le devuelve la mirada y se entabla un duelo con él para convertirse en el infierno del otro y para que el otro deje de ser el tormento y el infierno que le destruya.
Pero a veces la novela negra se pregunta ¿El infierno son los otros? Y la respuesta es siempre la misma, no, el infierno soy yo. Esa es la riqueza de nuestro género que se pregunta una y otra vez sobre la naturaleza de nuestro tormento. Pero en la novela negra, como anotó Dostoyevski, a veces el infierno es no poder amar.
©Artículo: Beckett & Hawk, 2022.
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