El cliente nunca tiene la razón
EL CLIENTE NUNCA TIENE LA RAZÓN por Marian Peyró Jiménez
Lo que se había hecho esa mujer en la cabeza era un auténtico crimen. Se levantó trabajosamente, su cara transida de satisfacción por el resultado que reflejaba el espejo. Miré fijamente ese pelo color pollito semejante a un platillo cardado despegado del cráneo un palmo todo alrededor, gracias al poder antigravedad de litros de laca. Una cara flácida, con el maquillaje aplicado a pegotes, era la yema del huevo frito. «Es una vieja diva», susurró, explicativa, mi peluquera. Un día después, en el tanatorio, bajé la cremallera del fardo negro que mandaba el Anatómico Forense con la etiqueta en la que figuraba el dictamen: Muerte por inhalación prolongada de gases tóxicos, y la reconocí inmediatamente.
—Será facilito — asumió precipitadamente mi ayudante a la vista de tan prometedora conclusión.
Después, todos dijeron que parecía quince años más joven. Es reconfortante que un velatorio resulte tan bien. Definitivamente, la tanatoestética da muchas alegrías.
Del Texto © Marian Peyró Jiménez – Todos los derechos reservados
De la publicación © Solo Novela Negra – Todos los derechos reservados
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