Cuarentena mortal por Osvaldo Reyes

 

Cuarentena mortal

Las enfermedades como escenario del crimen

Osvaldo Reyes

 

Con las vacunas haciendo su trabajo, creo que por fin estamos en los últimos estertores de la pandemia. Llevamos más de dos años lidiando con un virus que no alcanza la décima parte del tamaño de una bacteria típica, pero que ha creado un paisaje de desolación digno de una novela negra. Las enfermedades tienen la capacidad de quebrarnos y cuando el mundo gira alrededor de la desolación causada por un evento sobre el cual no tenemos control alguno, los instintos de supervivencia se activan, muchas veces sacando lo peor de la raza humana.

            Siendo así, es imposible pedir que no se utilicen como escenario de una trama y hay ejemplos en la literatura negra que merecen ser explorados. Uno de mis favoritos es “Temporada de fiebre” de Barbara Hambly. Está ambientada en Nueva Orleans en el verano de 1833, en medio de una epidemia de fiebre amarilla, una enfermedad viral adquirida por las picaduras de mosquitos de las especies Aedes o Haemagogus. Aunque la mayoría de los infectados desarrollan un cuadro leve, en los casos severos aparece ictericia (la piel se pone amarilla), dolores musculares, vómitos, fatiga, fiebre y falla orgánica múltiple (30-60% morirán). En 1833, adquirir la forma severa de la enfermedad era casi una sentencia de muerte. La autora nos presenta Nueva Orleans tapizada de cadáveres, saturada de los humores de la putrefacción y con personajes viles de todo tipo, desde esclavistas a médicos que no esperaban a que el cuerpo se pusiera frío para despojarlo de todas las joyas que tuviera encima. En medio de este infierno tenemos al doctor Benjamin January, un hombre libre afroamericano, graduado de medicina en París, obligado a laborar como asistente voluntario en un hospital (incapaz de ejercer como médico debido a las restricciones impuestas a los de su raza en esa época) y a ganarse la vida como profesor de música. Sus problemas en el libro empiezan cuando una joven esclava que acababa de escapar se le acerca para pedirle un favor, tan solo para descubrir después que se le busca, acusada de robo y del asesinato de su amo e intento de asesinato de su esposa. A esto agreguen que el doctor January empieza a notar que muchas personas están desapareciendo y no precisamente a manos de Bronze John (Juan Bronce), el nombre coloquial con el que se conoce la misteriosa enfermedad que los estaba diezmando. Una excelente novela de crítica social sobre las consecuencias de la desigualdad, aplicable a la era moderna tanto como lo era en el escenario donde se desarrolla la historia.

            Como la imaginación es el límite, saltemos un par de décadas en el futuro, pero en el mismo espacio y leamos a “Orleans” de Sherri Smith. Este libro se ambienta en un mundo post apocalíptico, en la ciudad de Nueva Orleans, donde todo lo que conocemos ha desaparecido como consecuencia de una mortal enfermedad conocida como fiebre delta. La enfermedad afecta de manera distinta a las personas según su tipo de sangre, así que la sociedad se encuentra dividida en base a esta peculiar característica, con especial énfasis en la costa del Golfo de Estados Unidos que es puesta en cuarentena y aislada del resto del mundo. La mayoría piensa que en esa zona todos murieron, pero los sobrevivientes han creado una sociedad primitiva que hace lo posible por avanzar. La historia nos presenta a Fen, una adolescente que, tras el asesinato de su tribu de O+ por un grupo de AB+ (son los más afectados, por lo que buscan la sangre de otros para aliviar sus síntomas por medio de transfusiones), queda a cargo del hijo recién nacido del jefe de su tribu. Empecinada en darle una mejor vida y presionada por el hecho de que los bebés nacen sanos, pero adquieren la enfermedad en poco tiempo después de nacer, empieza un viaje rumbo al muro que los separa del resto del mundo, con la intención de pasarlo al otro lado. Una heroína diseñada con el realismo que la historia exige, involucrada en una misión con muchas posibilidades de fallo, en un mundo destruido por una enfermedad mortal.

            Cambiemos de ciudad y regresemos al pasado. Aterricemos en Nueva York de 1918, en los albores de la gran pandemia de Influenza (la mal llamada Influenza Española). En “Un bello veneno” de Lydia Kang tenemos a Allene, una mujer de sociedad, a punto de casarse, que empieza a sospechar que las muertes en su círculo cercano no son consecuencia de la influenza sino de una mano criminal. Con ayuda de dos viejos amigos irá investigando las misteriosas muertes, mientras el mundo a su alrededor colapsa y el número de cuerpos generados por el virus y el asesino aumenta.

            Con esto podemos ver un patrón en este tipo de novelas. Usar el agente etiológico de la pandemia como cortina de humo para ocultar los crímenes del asesino. Una idea interesante, pero que resulta trillada después de un tiempo. No siempre fue así. Como muestra, solo deben irse a uno de los primeros ejemplos de este tipo de historia y volver a leer “La máscara de la muerte roja” de Edgar Allan Poe. El bostoniano, considerado uno de los fundadores del género negro, nos regaló el escenario de una bacanal en la abadía del Príncipe Próspero, quien trata de sobrevivir a una epidemia encerrado lejos del mundo, mientras su pueblo muere de la “Muerte Roja”. Poe, sin ser médico, comprendió que algunas enfermedades no desaparecen al cerrar los ojos y Próspero lo descubrió de una manera muy dramática y sorprendente para el final.

            Ahora, si buscan algo diferente, más acorde con el espíritu del noir moderno, sugiero “La transmigración de los cuerpos” del mexicano Yuri Herrera. En este libro, ambientado en una ciudad de México cuya identidad desconocemos, conocerán al Redentor, un personaje cuyo trabajo es resolver los problemas de otros individuos al margen de la ley. De hacer desaparecer evidencia a llevar un paquete de drogas, el Redentor es el hombre para conseguirlo. En este caso le toca lidiar con el secuestro de los hijos de dos familias rivales y coordinar el intercambio de los mismos. Esto no sería un problema mayor, si no fuera porque los noticieros empiezan a anunciar muertes inesperadas por culpa de una nueva y misteriosa enfermedad, lo que ha llevado a todos a encerrarse en sus casas y a la policía a patrullar por las calles de manera incesante, condiciones que no facilitan el trabajo. Sumen a eso que El Redentor está obsesionado con poder ligar con su vecina, cuyo novio está encerrado en la casa de sus padres por culpa de la plaga y tendrán una trama original, interesante y sin un momento aburrido en sus páginas. En este libro, narrado magistralmente, el peligro no es la enfermedad, sino los seres humanos acorralados por las circunstancias. Aunque el Redentor piensa que las personas son buenas en el fondo, siempre que se encuentre la manera correcta de persuadirlas, el mundo parece empecinado en demostrarle lo equivocado que está. Un mundo tan negro como se puede escribir con elementos criminales en disputa y un héroe que merece ser nuestro guía en este lejano purgatorio, reflejo de nuestra propia realidad.

            Hay cientos de agentes etiológicos que podrían ser elegidos por la Madre Naturaleza para ser los causales de la próxima pandemia. Mientras ese momento llega, exploren los mundos creados por estos autores. No son los únicos, pero son ejemplares muy apropiados de este tipo de literatura. Dejen volar su imaginación en estos parajes de pesadilla, consideren con cuidado las similitudes actuales y esperemos que no les toque vivir el próximo escenario.

 

©Artículo: Osvaldo Reyes, 2022.

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