Concurso Homenaje a los clásicos, Una bala es suficiente por José Luis León Padial
Extracto del relato presentado por José Luis León Padial para el Concurso Homenaje a los clásicos
Una bala es suficiente
Junior apenas podía ver a través de los coágulos de sangre que cubrían sus ojos. La hinchazón de estos tampoco ayudaba a poder distinguir ya la figura del que iba a ser su verdugo. Éste, sin muchos miramientos, lo había colgado del techo por unas cadenas que apretaban sus muñecas, recorrían su espalda y terminaban estrangulando sus tobillos.
Recordaba vagamente los instantes previos a su captura por los matones de Freddy. Hacía varias semanas que los esquivaba para no tener que dar más explicaciones sobre la furgoneta que le habían encargado traer a Madrid desde un pueblo costero del sur. Sabía perfectamente que había roto el código cuando llevó la mercancía al taller de Boni. Allí dieron un cambiazo que estaba destinado al fracaso desde el mismo momento que se tramó. Coca por un preparado de talco.
—Nadie falla a la Inquisición —se mofaron eufóricos ambos creyéndose impunes mientras trocaban unos fardos por otros. Ellos se encargarían en las semanas siguientes, como era su misión habitual, de su puesta en el mercado. Maquinaban, posteriormente, alertar a los cabecillas mafiosos de que algo no iba bien en el alijo, sembrando la duda de su origen.
Pero esa noche, en los billares “Las vegas”, en cuanto se dispersó la clientela con la entrada del “Ruso” y su hermano, haciéndose el silencio en la sala, sabía que su vida valía ya poco. El espejo que tenía enfrente le mostraba una imagen a su espalda nada amigable.
Siguió bebiendo su cerveza sin querer volver la cara, manteniendo sus codos apoyados en la barra, simulando el temblor que recorría su cuerpo mientras paladeaba los que sabía serían sus últimos sorbos. Un rápido movimiento profesional, silencioso pero efectivo, hizo que el bate de acero del matón rompiera algunas costillas del traidor. Éste dejó escapar un alarido doloroso en su desplome hacia el suelo.
Varias patadas después, cruzó en volandas la salida del garito en mitad de una lluvia torrencial, hasta verse encajonado entre los dos sicarios en el asiento de atrás de una lujosa berlina, donde lo encapucharon hasta casi asfixiarlo.
—Bienvenido a la fiesta, bastardo —le saludó el comisario Chinchilla sentado de copiloto. Aunque disfrazado de paisano, con gabardina y sombrero de ala ancha, su acento lo hacía inconfundible. Y su odiosa sonrisa también. Al volante, el mismísimo Freddy le lanzó una mirada que lo decía todo.
(Continuará)
©Concurso Homenaje a los Clásicos: José Luis León Padial para Solo Novela Negra, 2021.
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