Concurso Homenaje a los clásicos, El claroscuro asesino por Luis Ezquerra Escudero
Extracto del relato presentado por Luis Ezquerra Escudero para el Concurso Homenaje a los clásicos
El claroscuro asesino
Soy el detective a la sombra del claroscuro, el putativo lobo y cordero en su necesidad mutua. Estoy atrapado en esa telaraña pegajosa percibiendo a la devoradora araña, sus peludas dagas rebuscando el corazón palpitante. Y en sus acuosos ojos, la vidriosa asesina.
La naturaleza se mofó, y me lanzó por la ventana a esta vida permitiéndome rebotar como un fardo viejo, y sobrevivir. Y ese rebotar es desapego. Desapego a la patética gente, a la vida y a la muerte de mierda. A la mujer de labios rojos y dedos largos y finos con los que me abofetearía por mi tontería, pues siquiera hago de bastardo maligno ofreciéndole mi cabeza en bandeja.
Y en el desapego engullo la tela de araña a propia voluntad, en el instante último. No puedo remediarlo. Qué otra adrenalina puede sustituir este chute, el depredador a mis espaldas, y yo, que engullo la tela asesina en el postrer suspiro, y lo desenmascaro.
Soy el detective inteligente al costado del inspector obtuso, con su manera de entender el mal. Siguiendo el abecedario aprendido. Fuera de ahí su mundo queda patas arriba, y no entiende, y el mal ríe como maldito bastardo.
Nunca he ayudado al inspector obtuso. Me odia tanto como odia a cualquiera que se salte su abecedario. No le ayudo, que nadie se equivoque. Me veo obligado a cambiar el sangrante escenario, adaptarlo a sus prejuicios para que pueda entenderlo. Y mueva ficha.
Toda la vida ha sido así. Esa araña que te permite que lo disfrutes en primera persona, tú de víctima y ella de verdugo. Y yo, fastidiado, sin poder comerme su corazón latiendo. De igual a igual. La mejor justicia es que el maligno sepa que tú también lo husmeas como víctima. Esa ambivalencia. ¡Ese chute de adrenalina!
Me inunda con tal claridad, nunca he pretendido el arrepentimiento del asesino. ¿Para qué? Arrepentirse cuando uno se convierte en víctima, ¿qué valor tiene?
Pero, hoy, estoy viejo. Y me odio, por ese claroscuro con el que la naturaleza me lanzó por la ventana, a codearme con el obtuso inspector. Nunca me ha tragado, nunca ha superado su prejuicio. Tampoco lo trago. Es mi propio prejuicio.
(Continuará)
©Concurso Homenaje a los Clásicos: Luis Ezquerra Escudero para Solo Novela Negra, 2021.
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