BODAS DE SANGRE de Federico García Lorca por Beckett & Hawk
He tenido la oportunidad de volver a leer “Bodas de Sangre” de mi admirado Federico García Lorca. Y lo he leído desde una óptica muy particular, desde la óptica de lector de novela negra. Porque los lectores de novela negra somos ante todo amantes de la literatura, y como ave gallinácea picoteamos en todos los géneros que se nos pone por delante.
Y he de reconocer que me ha vuelto a encantar la manera como el autor entra dentro de los personajes, sin llamar a la puerta, mostrándonos, con esa mirada única, su desfile por una trágica y negra historia real que el autor conoció de primera mano. Porque el texto comparte muchas cosas con la novela negra, las cargas de profundidad que se lanza contra una realidad repleta de oscuridad, de sentimientos, de emociones, de vida y también de muerte. Porque como lector de novela negra lo he relacionado con ese noir rural que hoy por hoy está tan de moda y donde el paisaje y la cultura de las sociedades más cerradas se elevan como una ola para explotar en la playa más desierta.
Lorca nos presenta una sociedad repleta de contradicciones donde el amor y el odio son capaces de aferrarse al alma humana, ese cuadro imperfecto lleno de claroscuros que tiñen por igual la tormentosa existencia por la que somos arrastrados. Lorca nos presenta un drama eterno donde los valores son llevados al límite y donde las reglas se rompen en mil penachos de plata ante la norma ancestral del ojo por ojo.
Bodas de sangre es una tragedia en tres actos y siete cuadros narra, en verso y prosa, la historia de una boda campesina. La Novia, uno de los personajes principales, aunque está a punto de contraer matrimonio, sigue enamorada de Leonardo Félix (único personaje del drama que lleva nombre propio, casado y enamorado de ella desde hace años). La familia de Leonardo es la culpable de la muerte del padre y del hermano del Novio. La madre de este no olvida. El día de la boda, la Novia y Leonardo huyen. La Madre y el Novio los persiguen: la honra se lava aunque sea con cuchillo. Leonardo y el Novio se matan entre sí. “Vecinas: con un cuchillo”, dice la madre mientras las otras, arrodilladas en el suelo lloran. Así termina la tragedia.
La fuerza del verso y de la prosa de Federico hacen de esta obra algo universal dentro de la literatura. Y yo, como lector, la he leído con ese matiz que me da la novela negra. Porque Bodas de sangre bien había podido ser una de esas novelas negras que tanto nos gustan, porque tiene esos aspectos universales, ese drama eterno de muerte y vida, de amor y odio, que redoblan como campanas por encima de esta humanidad llena de contradicciones y de luchas estériles donde la sinrazón vence “con cuchillo”.
Federico García Lorca conoció a través de la prensa el suceso ocurrido el 22 de julio de 1928 en Níjar (Almería): “Misterioso crimen en un cortijo de Níjar. Momentos antes de verificarse la boda, la novia se fuga con su primo para burlar al novio. Les sale al encuentro un enmascarado y mata a tiros al raptor”. La obra se redactó a finales del verano de 1932 en la Huerta de San Vicente (Granada), en apenas veinte días…
Obra universal como universal es la novela negra.
©Reseña: Beckett & Hawk, 2021.
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