ROSEANNA de Maj Sjöwall y Per Wahlöö por Vicente González
Roseanna – Maj Sjöwall y Per Wahlöö
Maj Sjöwall y Per Wahlöö están considerados como los padres de la novela negra nórdica. Se conocieron trabajando como periodistas y traductores en Estocolmo. Sjöwall tenía veintisiete años y dos divorcios y Wahlöö tenía treintaséis años y un matrimonio. Compartían ideales políticos marxistas y su amor por las novelas de detective, especialmente les influyeron Georges Simenon y Ed McBain varias de cuyas obras del distrito 87, Wahlöö tradujo.
La pareja, escribiendo después del trabajo y por las noches, se pasaban los borradores hasta crear esa novela, siempre de número par (treinta), ya que cada uno escribía un capítulo y se lo intercambiaban para que se corrigieran mutuamente.
Roseanna comienza con el hallazgo del cuerpo de una mujer desnuda, sin joyas, «por casualidad. Fue un golpe de suerte encontrarlo tan pronto y debería haber facilitado la investigación». Estamos en Motala, «una ciudad sueca de tamaño medio», en los primeros dos capítulos, conoceremos todas las personas implicadas en la investigación inicial: el fiscal, el comisario, el policía encargado del caso… Todas, salvo Martin Beck, el verdadero protagonista de la historia junto con la víctima. Tenemos todos los detalles de la «muerte por estrangulamiento asociada a violencia sexual extrema. Hemorragias internas severas». No hay denuncias de desaparición, ni descripciones de búsqueda que encajen con los rasgos de la mujer.
En el tercer capítulo, nos presentarán a Martin Beck. Solo en la primera escena, en el desayuno con su mujer, Maj Sjöwall y Per Wahlöö nos muestra un matrimonio infeliz con dos hijos. Martin Beck ha sido asignado al caso, junto a otros dos compañeros, Kollberg y Melander, todos miembros de la brigada de homicidios porque, tras ocho días de investigación la policía de Motala no había avanzado más del primer día. Los medios de comunicación se habían hecho eco del asesinato y publicaban artículos sobre la marcha de las investigaciones. Hay ruedas de prensa en los que hay informar de progresos. Al poco tiempo, mandan de vuelta a los tres hombres sin avances notables. Sin embargo, esto no significa que abandonen la búsqueda del asesino. Martin Beck, por instrucciones del comisario, permanecerá en contacto con la policía de Motala.
«Sabía que cada día que pasaba sus oportunidades se reducían. Quizá nunca descubrirían quién era aquella mujer, ni mucho menos atraparían al culpable si no actuaba de nuevo. La mujer que yació bajo el sol sobre una lona en el rompeolas poseía una cara, un cuerpo y una tumba sin nombre. Del asesino no se conocía nada, ni siquiera su aspecto, era algo nebuloso (…) Martin Beck se estremeció. «Recuerda que posees tres de las principales virtudes de un policía -pensó- Eres tozudo y lógico. Y muy sereno».
Lograrán identificar a la víctima (el título de la novela) y la policía irá reconstruyendo sus últimos días, entrevistando a todas las personas con las que pudo coincidir, a la vez que nos dan un muestrario de la sociedad. Leeremos informes forenses, transcripciones de testigos interrogados fuera de Suecia… Conoceremos más en detalle la personalidad de Martin Beck, la labor policial y cómo a otros compañeros les influye los crímenes que investigan o cómo su propia implicación erosiona su vida matrimonial.
Maj Sjöwall y Per Warhlöö nos regalan un Martin Beck que vive para y por ser policía, en un ambiente frío, lluvioso y un tono melancólico, como su protagonista. Martin Beck no emplea la violencia o las corazonadas. Es un policía de método, aplica la lógica y se desplaza a los posibles escenarios como Maigret. El tono melancólico se acentúa en los capítulos finales que transcurren justo después de navidades: «El día 7 de enero tenía el aspecto de todos los 7 de enero. Las calles llenas de gente corriente, congelada y sin un duro en el bolsillo».
Para los amantes de Wallander, les invito a leer esta obra y comparar su vida familiar, su dedicación al trabajo, su relación con los medios de comunicación y su nivel de crítica social. Verán que, con las diferencias de estilo de cada uno, Maj Sjöwall y Per Wahlöö desbrozaron el camino a Mankell.
©Reseña: Vicente González, 2022.
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