Ensalada negra de Plentzia por Miguel Izu
ENSALADA NEGRA DE PLENTZIA
Miguel Izu
El sábado 25 de junio participé, en el festival Bruma Negra de Plentzia, en una mesa redonda que llevaba como título «Del thriller a la novela negra». El comisario, Juan Mari Barasorda, que también ejerció de moderador con la solvencia que le caracteriza, nos había convocado a tres escritores para hablar, entre otras cosas, sobre nuestras novelas más recientes: Alfonso del Río con El lenguaje oculto de los libros, Álvaro Arbina con Los solitarios, y el que esto suscribe con La habitación de Vanderford.
La parte más interesante del debate, y resumiré en las siguientes líneas mis reflexiones al respecto, fue la relativa a la distinción entre thriller y novela negra, Escabrosa cuestión, siempre, la definición y los límites de los géneros novelísticos. Juan Mari recordó la definición de thriller que hace la asociación International Thriller Writers: «Un repentino pico de emociones, excitación, suspenso, miedo y regocijo que conduce a la narrativa, a veces sutilmente con subidas y bajadas, otras con un ritmo constante y a toda velocidad». Observó que se trata de un concepto con muchas ramificaciones, thriller histórico, metaliterario, hitchcockiano, de aventuras… y nos animó a aclarar con qué etiqueta considerábamos los propios autores que pueden calificarse nuestras obras.
Como expliqué en la mesa, la operación de poner etiquetas, en materia literaria o en cualquier otra materia, suele ser casi siempre bastante arbitraria y un desafío a la razón de la que presumimos los seres humanos. Por ejemplo, ¿qué es una ensalada mixta? Aplicando las normas de la lógica, parece que el concepto hay que contraponerlo al de ensalada no mixta, aquella en la cual no se mezclan varios ingredientes, en la que únicamente hubiera un solo componente. Pero sabemos que no existe tal cosa, cualquier ensalada siempre lleva varios, en realidad toda ensalada es ensalada mixta, la expresión es un pleonasmo. Nos referimos a veces a una ensalada «de tomate», lo que parece indicar que solo lleva tomate, pero si solo hubiera tomate no lo llamaríamos ensalada, sino tomate. Sabemos que la ensalada de tomate también es una ensalada mixta en la que encontraremos, como mínimo, aceite, sal, vinagre. A la ensalada caprese la llamamos así sabiendo que es una ensalada mixta, como todas, principalmente de tomate, aunque no nos la sirvan en Capri. Y tenemos también ensaladas de nombre realmente enigmático, como la ensaladilla rusa, de la que sabemos que no viene de Rusia y que no suelen comer los rusos, que no saben lo que es (si les dijéramos que es una ensalada con varios ingredientes mezclados, o sea, una ensalada mixta, nos mirarían con bastante perplejidad). En fin, también sabemos todos que en cualquier restaurante en cuyo menú nos anuncien una ensalada mixta conviene preguntar al camarero qué es lo que lleva, porque, además de lechuga, tomate y cebolla, en unos lugares llevará huevo duro, pero en otros no, o habrá bonito, o no, o anchoas, o no, o aceitunas, o espárragos, o zanahoria rallada o incluso alguna carne. Si lleva mucho de todo, algunos dirán que no es una ensalada mixta sino una ensalada ilustrada.
Algo parecido nos sucede con la novela negra o el thriller. Conviene siempre preguntar al camarero de qué estamos hablando, porque bajo el mismo nombre los ingredientes de lo que nos sirvan pueden variar mucho. A mí me resulta muy difícil distinguir el thriller de cualquier otra cosa. Sin ir más lejos, la citada International Thriller Writers se define como una asociación de «autores, tanto de ficción como de no ficción, que escriben libros clasificados en términos generales como thrillers, lo que incluiría (pero sin carácter limitativo) temas como misterio y crimen, detectives, suspense, terror, fenómenos sobrenaturales, acción, espionaje, crimen real, guerras, aventuras y otras áreas temáticas similares». El Diccionario de la RAE define thriller como «película o narración de intriga y suspense». La Enciclopedia Británica como «una historia llena de acción excitante, misterio, aventura o suspense». Pero, ¿no son esos elementos imprescindibles en cualquier novela? Todo escritor, desde la primera página, trata de atraer la atención del lector dosificando la información, generando en él cierta intriga, sugiriendo que van a pasar cosas interesantes que merecerá la pena leer. Cuando leemos «en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme» nos preguntamos de inmediato qué lugar será ese y las razones del autor para no nombrarlo, y si la novela empieza con «el día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana», nos invade la curiosidad de saber por qué van a matar a ese desgraciado protagonista. Sin una mínima dosis de intriga, suspense o misterio, el lector no pasaría de la primera página. Quizás, cuando decimos que una novela es de intriga o suspense, que es un thriller, estemos simplemente diciendo que hay mucha intriga y mucho suspense, y a ritmo frenético, pero la dosis exacta de cada uno de esos recursos narrativos que nos autoriza a etiquetar una novela varía según el gusto del consumidor, las circunstancias o el interés comercial de los editores. Por otro lado, no todo thriller es necesariamente una novela negra.
A diferencia del thriller, que identificamos por ese uso intensivo de ciertos recursos narrativos, presentes en todos los géneros, creo que la novela negra se identifica por el fondo, por los temas que trata. Actualmente llamamos novela negra, en sentido amplio, a lo que los anglosajones suelen llamar crime fiction o crime and mystery. Pienso que el ingrediente básico es siempre el crimen, algún tipo de crimen, y a partir de ahí todos los elementos que se relacionan con el mundo del crimen: los criminales (profesionales o no), los detectives, los policías, la investigación criminal, los porqués, las causas, ya sean motivos individuales o estructurales, las cuestiones morales asociadas al crimen, la violencia, la culpa, el remordimiento, el castigo, la existencia del bien y del mal, el poder, sea político, económico, emocional o físico, su uso para hacer el bien y el mal, el abuso del poder o la corrupción. En toda novela negra (sea o no thriller) habrá algunos de esos temas, y también habrá unos cuantos condimentos más, pero variará tanto el cuántos como el cuánto. En ese sentido, toda novela negra, o toda novela a secas, es una novela mixta, y si no estamos habituados al menú que suele ofrecer ese autor o esa editorial conviene preguntar al camarero, al librero o al bibliotecario.
Los autores participantes en aquella mesa redonda, que coincidimos en que a la hora de ponerse a escribir lo importante es tener una historia que contar y ganas de contarla, y que calificar el género de la obra es secundario y posterior, teníamos bastantes gustos en común a la hora de elaborar nuestras ensaladas mixtas. A los tres nos gusta mezclar ficción y realidad, transitar entre la novela negra y la novela histórica, mezclar ingredientes muy variados e hibridar géneros. También hacer metaliteratura y pequeños homenajes a otras obras o a otros escritores y algunos guiños al lector, internarnos en lo que algunos han calificado de «thriller erudito». Los solitarios, la novela de Álvaro Arbina, se inspira sin disimulo en Diez negritos, de Agatha Christie; la trama se ubica en un paisaje nevado en un lugar muy remoto, podría ser Alaska, según el autor, en una casa solitaria en medio de un bosque a la que acuden diez personas de diez lugares distintos del mundo para ser asesinadas. El lenguaje oculto de los libros, de Alfonso del Río, da saltos temporales y espaciales entre el Bilbao y el Oxford de 1933 y el Londres de 1961; un escritor y heredero de una acaudalada familia vizcaína, profesor en la famosa universidad inglesa y amigo de C. S. Lewis y de J. R. R. Tolkien, es asesinado; treinta años más tarde su nieta sigue investigando los hechos y qué sucedió con una fortuna aparentemente desaparecida, la clave de todo puede estar dentro de un libro de su abuelo. En cuanto a mi novela La habitación de Vanderford, se abre en vísperas de la fiesta de San Fermín con la aparición de un cadáver de una jubilada en el hotel más lujoso y famoso de Pamplona, en la habitación donde se dice que se alojaba Hemingway. Los pasos que van dando los investigadores y la desaparición de unos documentos en poder de la víctima apuntan a que el crimen puede tener relación con hechos de la época en que el premio Nobel solía acudir a los sanfermines, y la trama contiene continuas referencias a personajes y hechos históricos relacionados con el escritor.
Juan Mari Barasorda anunció que el año próximo en el programa de Bruma Negra figurará la ensalada mixta. Una ensalada con calamares o con arroz negro, o repetir el bacalao al pil pil que nos dieron este año, también estaría bien.
©Artículo: Miguel Izu, 2022.
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