ANTIGUA SANGRE de John Connolly por Beckett & Hawk
He vuelto a Connolly, como el turrón a la navidad, siempre con la tensión de ser comido, de ser devorado. Y es que los apasionados de Connolly tenemos que ir con cuidado, porque es el libro, son sus palabras, son sus personajes los que nos devoran a nosotros. Caemos miserablemente en las fauces de una novela que no tiene piedad con ningún lector.
Y esta vez Connolly vuelve a lo grande, sin complejos, pegando un puñetazo en la mesa para decir una vez más: “aquí estoy yo”. Porque su libro “Antigua sangre” rompe un poco con su estilo y anda en busca del libro total. Hace una mezcla perfecta de historias, personajes, maldades, pasados y futuros que nos hace ver una vez más la facilidad de este escritor para entretejer una historia que amenaza de pasarnos por encima. El bueno de John busca el libro total, el libro perfecto y casi lo consigue, pero no es bueno tentar a los dioses y ser mejor que ellos, pues la venganza puede ser terrible. Y creo que el castigo divino se encuentra en el final de la novela, un final un poco atropellado, una resolución demasiado rápida para un libro que se ha ido cocinando a fuego lento como un buen estofado.
“Antigua sangre” nos traslada a un solitario páramo situado en el noreste de Inglaterra, y de donde antiguamente se alzaba una iglesia. En aquellos páramos ha aparecido el cadáver de una joven. En el sur, una niña yace enterrada en un montículo sajón que data de la época medieval. En el sudeste, las ruinas de un priorato esconden una calavera humana. Cada una de estas muertes es un sacrificio, una invocación, pero se desconoce quién está detrás de estos crímenes. Y algo en la oscuridad ha oído esa invocación. Pero alguien más se acerca: Parker el cazador, el vengador. De los bosques de Maine a los desiertos de Arizona, de los canales de Ámsterdam a las calles de Londres, Parker (con Louis, Angel y el librero Johnstone) seguirá el rastro de aquellos que quieren arrojar el mundo a las tinieblas, en busca de un libro muy especial. Parker no teme el mal. El mal lo teme a él.
Estoy rendido a Connolly, le entrego mi bandera. Porque ya no quiero hablar de mi estimado Parker o de Ángel o de Louis, personajes que ya llevo conmigo. Tampoco quiero hablar de lo bien que escribe este buen hombre, o de lo original de mezclar la novela más negra con el terror más profundo. NO. No quiero hablar de lo que me cabrea que se acabe el libro, ni de que espere como lobo hambriento la próxima entrega. NO, no quiero hablar ya de eso. Quiero hablar de lo bien que me lo paso cuando me pierdo entre sus páginas, cuando descubro mundos perdidos, cielos e infiernos, cuando veo amor y odio, y sobre todo cuando Parker resurge de sus cenizas para imponer esa especie de equilibrio universal que roza más el misticismo que a la venganza.
Por eso, queridos lectores, dejaros devorar por “Antigua sangre”, os aseguro que, como Alicia a través del espejo, conoceréis mundos insospechados, personajes fantásticos y sobre todo la sensación de no haber perdido el tiempo.
P.D. Entono el mea culpa. No puedo ser objetivo con Connolly.
©Reseñas: Beckett & Hawk, 2022.
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