Huye rápido, vete lejos, pero lee a Fred Vargas por Alejandro Moreno
Cuando te dispones a leer por primera vez a alguien que ha ganado un premio literario, lo haces con ciertas expectativas. Si, además, ese premio es el Princesa de Asturias de las letras, lo haces con cautela ¿Será tan bueno? ¿Sabré estar a la altura como lector de la calidad que dicen que atesora? Pero cuando todo el mundo te habla maravillas de la obra del autor en cuestión, te dejas de tonterías y sólo tienes que elegir uno de sus libros para salir de dudas de una vez. Y eso es lo que me sucedió con Fred Vargas, que la descubrí tarde y mal, pero ¡Qué descubrimiento!
Después de tener claro que quería leer algo de Fred Vargas, tuve que elegir por cuál de todos sus libros comenzar (https://alejandromorenosanchez.com/sagas-novela-negra/). Pregunté y los lectores me decían, Huye rápido, vete lejos. Y no, no es un mal chiste, es el título del libro que me recomendaron. Y les hice caso. El problema es que elegí una mala época para empezar a leerla, en pleno confinamiento. Y es que tengo que reconocer que durante esos meses mis ganas y hábitos lectores estuvieron por los suelos, y obligarte a hacer algo que no te apetece sólo puede conseguir que le acabes pillando manía al objeto en sí.
A esto, sumémosle que el inicio de Huye rápido, vete lejos no ayuda. Y no lo digo en el mal sentido, pero es un hecho que la novela se toma su tiempo para presentarte la trama principal. No es un thriller, es novela negra (o policíaca). Y Fred Vargas escribe con una prosa muy rica, un estilo que te obliga a prestar más atención al de otras novelas negras, donde el lenguaje suele ser más mundano, más coloquial.
Pero centrémonos en la historia. ¿Qué nos cuenta Huye rápido, vete lejos? Pues así, a grosso modo, la posibilidad de que la Peste Negra vuelva al Paris del siglo XXI. Hay una persona anónima que se dedica a pintar las puertas de algunas casas con una especie de 4. Un amuleto frente a La Peste. Al mismo tiempo, Joss, el ex marino reconvertido a pregonero, recibe todas las mañanas misivas en clave que parecen anunciar la llegada del apocalipsis. Estos hechos cobran sentido cuando el Comisario Adamsberg, todavía acostumbrándose a su nuevo puesto laboral, entiende que están ante algo más que un simple loco. Sus sospechas se confirman cuando aparece el primer cadáver con signos de haber sucumbido a la temible muerte negra. Y es a partir de aquí cuando todo empieza de verdad y la trama toma velocidad. Y esto sucede hacia la página cien, pero aún así, al llegar ese momento vemos que todo lo leído era necesario, que ahora estamos metidos en la historia y en el mundo que Fred nos quiere contar; que ya nos tiene donde nos quería.
Fred nos narra toda la historia con un exquisito gusto por las buenas palabras y, sobre todo, con unos personajes dignos de mención. El comisario Adamsberg es un tipo peculiar, sí, pero no lo son menos su subalterno y toda la mezcla de personalidades que se juntan en la plaza o en el bar El Vikingo. Nos encontraremos con elementos comunes a otras novelas negras: las investigaciones, todo lo que va averiguando el comisario sobre la Peste, la aparición de nuevas víctimas, los sospechosos que dejan de ser tal para luego volver a serlo, la crítica social, los giros de trama, las revelaciones finales… Todo muy en concordancia con obras del género, pero a lo que Fred sabe insuflarle un estilo personal, más propio de grandes maestros de la literatura que de escritores de pulp (sin desprestigiar a estos últimos).
Quizás Fred no sea para todos, quizás prefieras leer algo sencillo, una buena historia con buenos personajes en un envoltorio más transparente. Pero si te atreves a conocer a Fred Vargas, estoy casi seguro de que no te arrepentirás. Huye rápido, vete lejos es mi primer acercamiento a la escritora, pero ya te digo que no será el último.
©Artículo: Alejandro Moreno, 2020.
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