Una cerveza con Carlos Bassas del Rey «premio Hammett 2019» por Miguel Izu

Pasados unos días desde que regresó a Pamplona, asimilado ya el premio Hammett 2019 que recibió en la Semana Negra de Gijón por su novela Justo, charlamos con Carlos Bassas ante sendas cervezas en una terraza de la plaza donde vive. En el antebrazo derecho luce desde hace poco un nuevo tatuaje, una J por Justo.

 

  • Miguel Izu –  Enhorabuena por el Hammett…

 

  • Carlos Bassas –  Muchas gracias.

 

  • MI – ¿Cómo y cuándo te enteraste de que eras premio Hammett?

 

  • CB – Durante la lectura del acta del jurado, el director, Ángel de la Calle, nos junta a todos los nominados en una sala del Hotel Don Manuel, con un calor horrible, más la prensa, acompañantes y público, y van leyendo los premios de las distintas categorías. Leyeron el premio Silverio Cañada [al mejor autor debutante], que fue para Enrique Llamas, y justo él no estaba, se giró toda la prensa en mi dirección, buscándolo, me enfocaron todos los objetivos y tuve que poner cara de “no, señores, yo no soy”. Acto seguido leyeron el Hammett, y creo que fui el que menos reaccionó de todos, las cámaras me volvieron a apuntar y puse cara de circunstancias, soy vergonzoso. Luego la corriente te lleva, a la rueda de prensa, a las entrevistas, a las fotos… Hasta la hora de comer no pude procesarlo y recordar a todos los que antes han ganado un Hammett y pensé “Dios mío, no encajo, soy la pieza discordante”.

 

  • MI – ¿Habías preparado, como se hace en los Óscar, una cara para cuando gana otro?

 

  • CB – La traía preparada porque no esperaba ganar, la cara venía ya de serie, y si se lo hubiera llevado algún amigo como Noelia [Lorenzo Pino] o Paco [Gómez Escribano] el “dolor” hubiera sido mucho menor.

 

  • MI – La pregunta obligada: ¿Qué significa para ti ganar el Hammett?

 

  • CB – Para cualquier escritor de novela negra es obtener el galardón por excelencia, y una satisfacción porque lo da gente del mundillo, libreros, editores, otros escritores, es un refrendo a un modo de escribir y que te salva de tu inseguridad. Y es una responsabilidad, ahora las miradas se ponen en ti a ver qué es lo próximo que vas a sacar, si no has tenido un golpe de suerte. Yo he tenido la fortuna de que, después de Justo y antes del premio, ha salido Soledad, que está funcionando muy bien, así que ya no sufro ese vértigo.

 

  • MI – Ahora que eres premio Hammett, ¿qué esperas de tu carrera como escritor?

 

  • CB – Yo creo que no va a cambiar apenas, ni en volumen de ventas, ni en forma de escribir, sí quizás en que me va a proporcionar algún lector más, me pueden conocer en algún rincón a donde todavía no había llegado.

 

Hasta la hora de comer no pude procesarlo y recordar a todos los que antes han ganado un Hammett y pensé “Dios mío, no encajo, soy la pieza discordante”.

 

  • MI – ¿Cómo nació Justo? Has contado que es la novela en la que ya escribes como a ti te gusta, pero, ¿cuándo tienes la primera idea sobre lo que va a ser Justo?

 

  • CB – Nace, más que como personaje, como ambiente. Ahora que estoy en la mitad de mi vida, en los 45 años, he mirado para atrás para hacer un ejercicio de memoria. Lo primero es Barcelona, las ganas de contar la ciudad que yo conocí en mi infancia y que ha desaparecido por completo, que solo se mantiene en mi recuerdo. Luego, el personaje, Justo, me surge de una película que vi hace tiempo, Magical girl [2014]. Hay un personaje que hace José Sacristán, un profesor a punto de jubilarse que un día pierde los papeles e inicia una venganza, a mí me sedujo la idea de un personaje mayor, cabreado, para encarnar esa nostalgia de la Barcelona desaparecida, aunque como Justo no es de mi quinta en realidad recuerda la ciudad de mi padre, se convirtió en un homenaje a mi padre.

 

  • MI – Y, una vez surgida la idea, ¿te costó mucho escribir la novela?

 

  • CB – Yo tardo poco en escribir, en hacer la primera versión. Antes planificaba muchísimo, ahora lo hago menos, lo hago mentalmente, tengo claro de dónde parto y a dónde quiero llegar, y me pongo a escribir. Voy deprisa, pero sé que cuando la novela surge de verdad es cuando escribo la última palabra, entonces empieza la labor de corrección, la revisión, en eso soy muy maniático, suelo hacer un mínimo de tres o cuatro reescrituras, yo solo, luego lo paso a otros lectores y voy incorporando sus sugerencias en la versión que paso a la editorial, con la cual se hace la última corrección. Y en ese proceso se van cayendo las palabras que sobran, hasta quedarse en las 170 o 180 páginas, mis tramas no necesitan más.

 

  • MI – ¿Cómo tomaron tus lectores cero el cambio de estilo respecto de tus anteriores novelas?

 

  • CB – Al principio con estupor, era algo distinto, no parecían mías, pero lo vieron como un salto de calidad, y entonces les confesé que era un estilo que no me había atrevido a emprender antes, que había esperado a publicar otras novelas. Pero eso no quiere decir que no vaya a utilizar otros estilos en otras novelas, porque también lo necesito.

 

  • MI – Por ejemplo, en la última aventura de Heredoto Corominas que tienes anunciada.

 

  • CB – Sí, por ejemplo, aunque esa llegará más tarde, ahora estoy terminando otra en un estilo más tradicional.

 

  • MI – ¿Qué te han dicho los lectores de Justo que más te ha sorprendido?

 

  • CB – Alguien me preguntó si los personajes que rodean a Justo existen realmente, o si son una paranoia suya. Le dije que daba igual, porque para Justo existían. Una lectora barcelonesa me dijo que me lo había inventado todo, hasta el barco de la portada, que no existe, luego me reconoció que por fin se había fijado en él, después de pasar miles de veces por debajo sin verlo. Lo mismo pasa con muchas historias de las calles de Barcelona, que no se conocen, nos pasa mucho a los habitantes de las ciudades. Es una pena que esas historias de la vida y de la gente cotidiana se pierdan.

 

Yo tardo poco en escribir, en hacer la primera versión. Antes planificaba muchísimo, ahora lo hago menos, lo hago mentalmente, tengo claro de dónde parto y a dónde quiero llegar, y me pongo a escribir.

 

  • MI – Creo que eso sucede con todas las ciudades, la Pamplona que yo conocí de niño también ha desaparecido, el ritmo al que cambian las ciudades hace que todos los adultos recordemos una ciudad de nuestra infancia de la que apenas queda nada. Yo crecí en una Pamplona todavía muy rural que quedó barrida por la industrialización de los años sesenta, y que hemos olvidado muy rápidamente.

 

  • CB – Sí, algo parecido sucede en la novela que tengo casi terminada, de aventuras y misterio, una novela decimonónica por entregas ambientada en la Barcelona de 1843, aparece una ciudad que era todavía pequeña, un pueblo grande rodeado de fábricas, rodeado de pueblos de las afueras que luego se incorporan, Gràcia, Sants, Sarrià, con el ensanche, una ciudad hoy muy olvidada. Barcelona ha ido creciendo a golpe de acontecimiento, Exposición Universal, Exposición Mundial, Juegos Olímpicos, Fórum de las Culturas, hasta llegar a la cara pija que tiene hoy. A la gente parece que le da vergüenza recordar de dónde venimos, parece provinciano, la mayoría de la gente, si le hacen un examen sobre la historia de su propia ciudad, suspendería.

 

  • MI – Me sucede a mí en las rutas literarias que he hecho por el centro de Pamplona, que cuento cosas que doy por sabidas y me sorprende que el público, mayoritariamente indígena y adulto, las tome como novedad, y supongo que sucede en cualquier ciudad, que hay mucha ignorancia sobre la propia historia.

 

  • CB – Una de las principales mentiras de Barcelona es el Barrio Gótico, quedan solo dos o tres cosas góticas, es una operación de marketing, se reconstruyen cosas como el puente de la Diputación y la gente lo ve al pasar, se saca fotos y cree que es gótico, cuando es de fines del XIX. Ni siquiera la muralla romana es romana; eso sí, hay un museo de historia de la ciudad que está muy bien. Pero a la gente no le interesa.

 

  • MI – Esta novela del siglo XIX en la que estás, ¿es también una novela negra?

 

  • CB – Es más con un toque de misterio, entre Dickens y Conan Doyle. El título será La ciudad de vapor, Barcelona en esa época era una ciudad increíble, hacinada en medio de las fábricas, allí se sitúa la primera fábrica movida por vapor en 1839, todo lo que es el Raval eran carreteras de tierra con conventos y fábricas, el Born era todo fábricas. Me sorprendió la historia de una organización criminal juvenil, la Tiña, como la de Oliver Twist, también trato el tráfico de esclavos, que en España seguía siendo legal, las principales fortunas catalanas negociaban con esclavos, el hacinamiento, la miseria, etc. Me la he planteado como una novela decimonónica por entregas, cada capítulo tiene un extenso título explicando el contenido.

 

  • MI – Solo te falta venderla a un periódico para que se publique como folletón, como era usual en aquella época.

 

  • CB – Pues estaría bien. En aquella época había una literatura que hemos olvidado, como las novelas de cordel, baratas e ilustradas, que anunciaban y recitaban los ciegos en las esquinas, y que solían narrar crímenes atroces, que llegaban a una población todavía mayoritariamente analfabeta, también aparecen en mi novela.

 

Y con esta primicia sobre su próxima obra despedimos al flamante premio Hammett 2019. No será el último premio que reciba Carlos Bassas…

 

Entrevista:©Miguel Izu, 2019.

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