Guadalajara en negro 2019
Y estuvimos allí. Guadalajara en negro apareció como una vieja canción de blues en el panorama de los certámenes de novela negra. No fue casualidad. No fue un sueño. Ni siquiera una antigua historia que contaban por ahí. Guadalajara en Negro de la mano de la encantadora Beatriz Gómez Lorenzo apareció entre el panorama de certámenes con fuerza propia, y puso a Guadalajara en el lugar que le correspondía. Por allí pasó la novela negra para quedarse, por allí pasó una manera de entender la vida, una manera de entender la literatura, una manera de amar, una manera de leer. No fue casualidad que por allí pasaran grandes escritores consagrados y se mezclaran con otros escritores que están pisando con fuerza y que dentro de poco teñirán de negro las páginas de este país. Porque, mientras otros certámenes se pierden entre la bruma más densa, Guadalajara en negro en dos años ha demostrado que sube como la espuma de una buena cerveza helada.
Nos sentimos como en casa, porque la gente que acudió al certamen vino a dar lo mejor de uno mismo, porque desde el teatro moderno hasta en el Corte Inglés el ambiente hacía que el escritor se sintiera importante, porque el encuentro con los lectores significó entender que la novela negra es un trabajo de todos y que cuando caminamos unidos la senda cobra sentido.
Y por Guadalajara en negro pasó dejando su huella Domingo Villar, Guillermo Martínez, Manuel Marlasca o Juan Ramón Biedma. Y la femme fatal Cristina Higueras que con su sonrisa hizo que perdiéramos el sentido de la realidad. Cristina es una de esas mujeres que la memoria es incapaz de borrar. También acudió fiel a la cita Alexis Ravelo un tipo al que nunca terminas de decirle adiós porque es tan buen escritor como persona.
Nos codeamos con el bueno de Joan Roure, Laura Orens, Huberto Pérez Tomé y Ana Bolox, con sus vidas asesinas siempre presentes. Y escuchamos a Javier Gimeno, Natalia Gómez navajas, Rafa Guerrero, Eduardo Martínez, Sandra Escudero, Miquel Bulnes y Sergio Ramos. Y Como no nombrar a un enorme escritor de vidas paralelas como es Marto Pariente. Pianista de jazz en el bar donde Beckett & Hawk, unos servidores, hablamos de lo divino y de lo humano. Y donde ese Barman que nunca debe faltar, Anxo Do Rego, nos servía detrás de una barra de caoba el mejor de su bourbon.
Guadalajara en negro se convirtió en una fiesta que nunca debería haber terminado, una reunión de grandes escritores que llevaban en su revolver balas en forma de libros que nos gustaría haber recibido. Guadalajara amaneció en negro, se convirtió en un club de categoría donde escritores y lectores compartieron el sentimiento por un género y donde la palabra escrita compartió mesa y mantel con la voz de todo aquel que quiso rendir un homenaje a un género que sin duda nos tocó el alma a todos, sobre todo a aquellos seres que salidos de la noche más profunda caminamos con la mirada siempre fija en el horizonte.
Y esperamos que esa mujer de rompe y rasga, de ojos oscuros y mirada profunda como es Beatriz Gómez Lorenzo, se apiade una vez más de nosotros y consiga que Guadalajara en Negro vuelva a ser el certamen de referencia al que todo escritor quiera acudir. Porque la novela negra no ha terminado, todavía quedan muchas historias que contar, muchos casos que analizar, muchos personajes a los que seguir, tenemos el alma negra y esa es una enfermedad que nunca se termina de curar.
Y nos queda lo más importante, los lectores, aquellos seres que nos enseñan cada día que siempre hay que mejorar, que siempre hay que superarse, porque ellos esperan con impaciencia esa parte del escritor que más los alimenta: sus libros.
Que vuelva Guadalajara en negro, y que vuelva un año más, Guadalajara se lo merece y la novela negra también. Suena un blues, levantamos nuestra copa. Por todos ellos.
Articulo: © Beckett & Hawk, 2019.
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