La última bala- Antonio Menchón García- Mini relatos
Antonio Menchón viene dispuesto a vaciar el cargador hasta ‘La última bala’
La última bala
¡Pam, Pam, Pam! Así sonaban los tiros. El humo emergía de la bocacha de la pistola que Félix, refugiado dentro de una de las garitas de vigilancia, agarraba con ambas manos. Al otro lado del jardín de capitanía general, uno de los escoltas del almirante, varios soldados, dos cabos y un brigada, acechaban semiocultos, esperando el momento idóneo para abatir al joven infante de marina atrincherado.
A escasos metros, dentro del recinto de la piscina, el cadáver de Paco yacía, aún caliente, sobre el suelo. Electrocutado, así había muerto el jardinero instantes antes, cuando la pértiga de aluminio del limpia-fondos rozó la superficie del agua.
Félix lo había observado todo escondido tras los setos. Su idea —previo sabotaje de la depuradora— era acabar con la vida del almirante, que permanecía tumbado en una hamaca, tomando el sol, antes de bañarse. El asesino no esperaba que el encargado de cuidar los jardines hiciera acto de presencia, y menos predijo que, previamente al baño de la víctima, este se dispusiera a limpiar el fondo del estanque azulado. Ante la inesperada sorpresa, el yihadista español —que dos años antes se había infiltrado en el ejército profesional— extrajo su arma de fuego de la funda e intentó atinar varios balazos al almirante. Pero falló. Su víctima huyó a toda prisa, refugiándose en su vivienda y dando la voz de alarma.
Transcurrieron cinco minutos, quizá menos, durante los cuales el ejecutor de la guerra santa agotó la munición. Una bala, tan solo una; la última, fue la que empleó para, al grito de ¡Alá es grande!, quitarse la vida de un tiro en la sien derecha y caer desplomado a los pies de la garita.
Texto © Antonio Menchón García, 2018.
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Muy corto, me gusta, eres de novela negra. Mejor expresado, tienes alma negra al escribir.
Gracias por la entrega. Saludos desde Coyoacán, México.