De cañas con una Japonesa Calva

Encuentro con JESUS TÍSCAR

Crónica del encuentro con el autor de Una Japonesa Calva, en el Míster Witt Café de Cartagena.


Jesús Tíscar

Míster Witt Café, una de las cunas literarias de Cartagena, y la principal guarida del ambiente negro de la ciudad, fue testigo del estreno de Jesús Tíscar en la zona, respondiendo a la invitación que le formuló Francisco Marín, el capo de Cartagena Negra.

Llegó el autor jienense (o jaenero, que parece ser que tanto da) con algunas prevenciones, como si dudara de la encerrona en la que se iba a ver envuelto, pero tardó sólo unos minutos en hacerse con la concurrencia, no en vano sus tablas como hombre de teatro siguen presentes por ahí, y desatar una conversación en la que empezamos a conocer quién es esta japonesa calva que le llevó a ganar el Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe.

Francisco Marín (Director de Cartagena Negra) y el autor Jesus Tíscar

No se guardó nada Jesús Tíscar, confesó no ser autor de novela negra, haber leído poca aunque ahora intente acercarse al género, sin mucho éxito, todo hay que decirlo, y reconoció que fue esta historia la que le gritaba desde el ordenador, empujándole a escribirla, y que si salió negra, o un poco negra, fue porque sus personajes así lo quisieron.

Admirador irredento de Valle-Inclán, algo que cualquier lector comprobará en cuanto lea media docena de sus páginas, desveló sus secretos creativos, los literarios y los otros, e incluso cómo ha recalado en el Mar Menor desde su Jaén natal. Ama leer, ama a su gato, ama a su pareja (que el desorden de factores no altere el producto), le gusta mucho fumar, empieza a pelearse con la edad, le inquieta la gente a la que no conoce y le descolocan mucho las veleidades literarias.

Mantiene también sus idilios con el teatro y con el periodismo, género este que le ha proporcionado satisfacciones pero también alguna que otra enemistad, porque no es un hombre que se calle o se deje nada en el tintero, ni por supuesto concibe qué debe de ser eso de tener pelos en la lengua.

            Lo que vino después de esa hora larga de conversación, las cervezas y otras confidencias, queda en el ámbito de lo privado, pero nos esperanza para saber que pronto volveremos a escucharle y, quién sabe, incluso a cometer el desatino de volver a leerle, sea o no sea negro lo próximo que nos regale.

© Crónica: Antonio Parra Sanz

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