Se equivocaron

 

SE EQUIVOCARON

Por Isabel G. Álvarez de Sotomayor

Eran tres damas, tres señoras de rostro enjuto, que avanzaban con paso firme en dirección a una sala, pero no a una sala cualquiera, sino a una habitación a media luz en el que se dieron cita otras señoras –también– con aire de palmatoria a medio gas; y digo palmatoria porque de eso trataba aquella reunión a la que asistimos todos muy a nuestro pesar.

Y las tres señoras sin mediar palabra se lanzan, pañuelo de punto de cruz en ristre y campanilla gargantera a todo gas, repartiendo pesares ¿Qué digo pesares? Eran cataratas de penas con un afluente que se desvió hacia las faldas de otra señora, que rodeada de nietos inquietos y yernos en pose, no entendía bien quiénes eran aquellas tres damas.

¡Pobre Braulio!, -gritó una- ¡Que Dios lo tenga en su gloria! -dijo la otra-. Y allí, sentada la señora con pasmo infinito, no pudo remediar su estupor y alzando la vista dijo:

“¡No es Braulio, que se llamaba Joaquina!”

Ay, señora, ––dijeron las tres damas––, que nos han cambiado el muerto.

Texto © Isabel G. Álvarez de Sotomayor  – Todos los derechos reservados

Publicación ©   Solo Novela Negra – Todos los derechos reservados

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