Poesía y novela negra ¿la extraña pareja?
Poesía y novela negra: ¿la extraña pareja? por Izaskun Albéniz
Hace unos días mis compañeros reseñaban aquí la presentación del último poemario de Luis Melgarejo. Puede que algunos se sorprendieran. Incluso quizá hubiera quien se preguntase qué relación puede haber entre la poesía y el género negro.
A todos ellos les diré que no es un tándem tan extraño y que ambas disciplinas se coordinan bastante bien. No en vano, autores de novela negra como Carlos Salem, Alexis Ravelo o Alejandro Pedregosa navegan con mucho tacto y no menos acierto sobre las profundas aguas de la Poesía.
Por eso, si quieres afianzar tu estilo narrativo dentro del género negro, te invito a adentrarte en el universo de la poesía, cuyas peculiaridades te ayudarán (y mucho) para escribir novela negra.
Trabajar y escribir dentro de un género específico significa conocerlo, respetarlo y practicarlo bajo una serie de normas establecidas (aunque una vez conocidas y dominadas sean susceptibles de romperse en mil pedazos).
Pero no nos llamemos a engaño. La tarea no es sencilla. Hay que interiorizar y acatar en profundidad las leyes del género en cuestión para poder defenderlo de forma conveniente (y convincente). Por eso una disciplina como la poesía, con su métrica y sus firmes armazones (los versos alejandrinos toman entidad debido a sus catorce sílabas y los sonetos se entienden como tales debido a su estructura característica) son una opción excelente para adecuarse a los cánones específicos de la novela negra, tal y como señalaron en su momento autores como S.S. Van Dine, PD James, E. Leonard o R. Chandler con sus reglas imprescindibles, consejos y decálogos.
El propósito de una buena novela negra es —con arreglo a las normas de los anteriores escritores— no dispersar la atención del lector, sino centrarlo en la acción. Y para ello necesitas una escritura libre de vocabulario excesivo o de largas descripciones.
Como sostiene E. Leonard, debemos evitar todo aquello que el lector tienda a saltarse. ¿Recuerdas aquella máxima de la corriente minimalista tan en boga hace unos años, el “menos es más”? Pues esa debe ser una de nuestras frases de cabecera como escritores de novela negra.
Y el género ideal para ensayar y dominar esta habilidad cuyo objetivo es economizar el lenguaje y seleccionar las palabras precisas para provocar una reacción emocional en el lector es —junto con el microrrelato, por su restricción en cuanto al espacio—, la poesía.
En el mismo orden de cosas, para mantener al lector enfocado en la acción y evitar que se pierda en ramificaciones inútiles se precisa un vocabulario efectivo que impacte en su mente y que le incite a inventar ese mundo imaginario que nosotros como escritores hemos construido para él.
Una vez más, las metáforas, alegorías y símiles de la poesía trabajarán en nuestro favor. Si conseguimos alejarnos de figuras manidas y somos capaces de construir imágenes potentes que se graben en la mente del lector estaremos mucho más cerca de crear un vínculo duradero con él y de hacernos un hueco en su memoria.
Pero no podemos olvidar el factor sensitivo de una novela si buscamos un estilo que cale en el lector. Sostenía E. Leonard —con toda lógica una vez más— que las normas de redacción no deberían alterar el sonido y ritmo de la narración. ¿Imaginas una novela de intriga repleta de frases al estilo de Javier Marías, Francisco Umbral o Forster Wallace? Impensable. No funcionaría. Daría al traste con el ritmo vertiginoso que necesita una novela de acción.
Nuevamente la poesía y su exquisito código rítmico —fundamentado en el ritmo tonal y la musicalidad de las rimas— serán tus aliados para dominar la relación entre ritmo y sintaxis. Los acentos, las pausas y algunos recursos fónicos como las repeticiones, anáforas y aliteraciones te ayudarán a construir un esquema melódico atractivo y adecuado.
Así pues, no es ninguna torpeza acercarse a Lorca, Neruda, o a Luis Melgarejo para mejorar nuestras habilidades como escritores de novela negra. De hecho, es una fantástica idea. Si le dedicamos el tiempo y esfuerzo necesario, esta relación nos proveerá —amén de un delicioso disfrute—, de las herramientas fundamentales para desarrollar nuestro estilo narrativo dentro de los principios estilísticos propios de las mejores novelas negras.
Del texto © Izaskun Albéniz . Todos los derechos reservados.
De la publicación © Solo Novela Negra. Todos los derechos reservados.
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